Por Héctor O. Campos Fajardo/
El impresentable Max Arriaga, quien acabó con el sistema educativo nacional y que pretende, con un remedo de programa académico, adoctrinar a millones de niños mexicanos en un socialismo trasnochado que forma mano de obra barata y mal preparada con el brete de que la educación no debe fomentar la superación personal y profesional, sino crear conciencia de que la pobreza es el mejor modelo de vida y aceptar ese destino manifiesto; los pobres son felices con lo poco que tienen y no deben aspirar a la movilidad social.
El inepto y arrogante seudo intelectual olvida que en un mundo globalizado se requiere de formar más y mejores profesionales que puedan competir por mejores puestos gerenciales, lo que conlleva ingresos superiores y la necesidad de estar en permanente capacitación y desarrollo económico. Hoy los ingenieros mexicanos compiten con los hindúes en las empresas gringas, pero a mediano plazo los asiáticos desplazarán a los mediocres estudiantes nacionales.
Difícil suponer que con la actual 4T y su proyecto político se pueda contar con autoridades educativas a la altura de Justo Sierra, José Vasconcelos, Agustín Yáñez o Jaime Torres Bodet. Lo más que han producido es la regordeta funcionaria que en una conferencia de prensa se puso a bailar para ridiculizar a los estudiantes de excelencia y ponderar a quienes sacan seis. O titulares de la SEP que no saben explicar los nuevos programas educativos de matemáticas y sus “bondades”, o políticos de dudosa reputación moral que lo mismo son “administradores” que dirigentes de partido al servicio del Ejecutivo y ahora deben aterrizar las ocurrencias de Max.
Por eso en la última prueba PISA -a la que se opuso terminantemente el régimen anterior, además de desaparecer organismos autónomos de evaluación educativo-, México retrocedió en el ranking de la OCDE y quedamos muy por debajo de la media del órgano internacional en habilidades para la lectura, las matemáticas o las ciencias. Los estudiantes no saben leer, no tienen comprensión de la lectura, no cuentan con razonamiento lógico para desarrollar operaciones elementales de matemáticas ni reconocen métodos científicos. Pero a la 4T lo único que le interesa es la masificación educativa, el adoctrinamiento de los alumnos en un engendro que llaman nuevo humanismo mexicano y que lo único que pretende es mantener mediatizada a la población para que vivan en la mediocridad y acepten la pobreza como destino manifiesto. Con estos dirigentes de los destinos nacionales las nuevas generaciones no podrán ser candidatos al Premio Nobel, el Príncipe de Asturias, el Reina Sofía o cualquier otra distinción internacional al trabajo intelectual o científico.
Dicen que para regresar la paz y la tranquilidad social al país atacan las causas que generan la violencia, como la pobreza, pero con esos estándares educativo pareciera que quieren perpetuar la pobreza. ¿Cuál es el verdadero futuro de los jóvenes mexicanos?
Enrolarse en las filas del crimen organizado. Otra promesa falaz del sexenio anterior -como el acabar con la pobreza-, fue que los mañosos, en el primer día de gobierno depondrían las armas para agarrar un tractor y trabajar el campo con cultivos lícitos. En seis años, las mafias no solo no dejaron el negocio de las drogas, sino que arrebataron la gobernabilidad a las autoridades, cooptaron a casi todos los policías municipales y estatales y exhibieron la connivencia de los tres niveles de gobierno. Se incrementó la violencia como nunca en la historia del país, sobre todo en homicidios de civiles, militares, fuerzas del orden, políticos, candidatos y jueces. Los tractores solo los utilizan para cultivar mariguana o cocaína, amén del boom de los laboratorios que procesan el fentanilo.
El crimen organizado es uno de los cinco principales empleadores en México, después de Walmart, Grupo Carso, Bimbo o las armadoras automotrices. Fuerza laboral importante de los mañosos son los sicarios, quienes en su mayoría son niños y adolescentes reclutados en sus localidades y que representan ejemplos de la deserción escolar o de estudiantes que no encuentran ocupación en la planta productiva por su mediocre preparación. A ello ha orillado el gobierno a nuestra infancia, a ser carne de cañón en los enfrentamientos entre bandas rivales, contra militares o en la eliminación de políticos, policías y jueces. Ese es el futuro inmediato de nuestros jóvenes, gracias al populismo trasnochado y la ideologización de la ecuación para imponer un proyecto político que obnubila a la sociedad.