El ataque en Cotija, Michoacán, que resultó en la muerte de un militar y seis más heridos, es una grave advertencia de que el crimen organizado está superando al Estado en capacidades tecnológicas y tácticas.
Este brutal atentado no solo pone en riesgo a nuestras Fuerzas Armadas, sino que expone el abandono de la estrategia de seguridad nacional y la falta de control territorial en amplias zonas del país.
La política de “abrazos, no balazos” es insostenible. Los cárteles no solo han consolidado su poder, sino que ahora emplean herramientas tecnológicas como drones cargados de explosivos para desafiar abiertamente a nuestras instituciones.
Este ataque es un recordatorio de que el país atraviesa una crisis de seguridad profunda, que solo puede resolverse con una estrategia integral, firme y basada en resultados.