Por Gabriel Castillo García.
Lorenzo Córdova Vianello, presidente consejero del INE, aseguró que el sistema nacional de elecciones funciona y funciona bien, y esto no significa que no haya áreas de mejora todavía en varios ámbitos.
Citó como ejemplo que en materia de violencia política “nos queda mucho camino por andar”.
Aclaró que existen problemas estructurales, culturales, e inercias que limitan la efectividad de las medidas que pueden tomar las autoridades electorales para que la vida pública tenga una dimensión de convivencia democrática libre de violencia
Advirtió que comprobable que hoy la democracia mexicana es más competitiva, e incluyente, paritaria y transparente que hace ocho años, cuando arrancó el modelo nacional de elecciones.
Comentó que el engranaje de imparcialidad electoral conformado por el INE y los OPLE se refleja en cualquier variable con la que se quiera analizar el sistema nacional de elecciones.
Así lo afirmó durante su intervención en el Quinto Encuentro entre Consejeras y Consejeros del INE de las OPL, Agenda de Coordinación para Alcanzar la Igualdad desde los Órganos Electorales.
Subrayó la observancia en las 330 elecciones, limpias, equitativas y transparentes que se han organizado desde 2014 a la fecha, en el índice alternancia promedio que se ha generado en este periodo, que ronda el 63 por ciento y, en algunos casos, como en las gubernaturas, alcanza el 70 por ciento en la ausencia de conflictos post electorales.
Asimismo, una composición paritaria de la integración de los poderes legislativos locales y el federal, que se reitera cuando toca el turno de renovar dichos cargos en las urnas.
Estos datos demuestran que hemos avanzado significativamente en el mandato constitucional y legal de estandarizar las reglas del juego democrático en todo el territorio nacional.
Inclusive, como nadie puede sostener que una fuerza política u otra en específico hayan sido los beneficiarios del nuevo modelo electoral, nadie tampoco puede dudar que la voluntad de las y los electores expresada en las urnas se respeta, y que las contiendas locales y federales son cada vez más equitativas, competidas, transparentes e incluyentes.
Más aún, si se compara la integración de los congresos antes de 2014, con lo que ha venido sucediendo desde la creación del sistema nacional de elecciones de manera gradual y paulatina, los crecientes triunfos de mujeres en todos los cargos que se han disputado mediante el sufragio, me parece que dan cuenta, hablan de las contribuciones que las acciones afirmativas que hemos tomado el INE y los OPLES y los tribunales electorales han producido.
Sin embargo, el sistema nacional de elecciones funcione y funcione bien, no significa que no haya áreas de mejora todavía en varios ámbitos. Por ejemplo, en materia de violencia política nos queda mucho camino por andar.
Es claro que existen problemas estructurales, culturales, e inercias que limitan la efectividad de las medidas que pueden tomar las autoridades electorales para que la vida pública tenga una dimensión de convivencia democrática libre de violencia.
De acuerdo con el texto “Experiencias y buenas prácticas en la observancia y aplicación del principio de paridad y acciones afirmativas” que el día de hoy se presenta en este mismo evento, y que fue integrado por el INE con la colaboración de cada uno de los 32 Organismos Públicos Locales Electorales del país.
Los principales obstáculos para la paridad de género en el proceso electoral concurrente de 2020-2021 fueron: Primero, el incumplimiento de los partidos políticos en la presentación de fórmulas integradas de manera paritaria; segundo, la resistencia abierta de los integrantes de los partidos políticos para que las mujeres legislaran, tercero, la insuficiencia de cuadros políticos de mujeres en los partidos; y, cuarto, la violencia política contra las mujeres en razón de género como un fenómeno presente prácticamente en todos los institutos políticos.
Estos obstáculos claramente reflejan una deficiente cultura política y reminiscencias culturales en los partidos que, aunque son organizaciones indispensables para el funcionamiento de toda democracia representativa, sus prácticas en muchos casos se muestran desfasadas con los avances democráticos que hemos alcanzado en el ámbito de la representación política.