Luis Ángel García
Como ya es su costumbre, el inquilino de Palacio Nacional miente por enésima vez al enlistar dos o tres obras inconclusas que hereda a la nueva administración. El sexenio entero fue una obra inacabada. Sacrificó el aeropuerto más moderno del mundo que convertía a México en un HUB internacional por la ampliación de una base aérea militar a la que no llegan aviones y solo es destino obligado para carga. Se va a ir y dejará pendiente la super refinaría de Dos Bocas que no refina un solo litro de combustible. Se empeñó en destruir el ecosistema del sureste para imponer un ferrocarril que tampoco entregará completo -además de haber sufrido un descarrilamiento y el colapso de un puente-y seguirá sin comunicar a nadie.
Reconoció que no pudo conectar a todo el país a través de la internet, sobre todo las zonas más apartadas e inhóspitas de la nación -obviamente las de mayor retraso social-, y mucho menos concluyó el tren suburbano México-Toluca, el cual también triplicó su presupuesto y será el siguiente sexenio el que lo ponga en marcha. Cabe señalar que el gobierno estatal concluyó su etapa hasta Lerma, y solo quedan pendientes tres estaciones en territorio de la CDMX, de las cuales solo entregarán Santa Fe.
Ni hablar del sistema de salud, lejos de ser mejor que el de Dinamarca, es una burla darlo como logrado cuando entregarán un sistema colapsado; el IMSS, que no puede dar atención eficiente y completa a sus derechohabientes, ahora tiene que atender a los casi 50 millones de mexicanos que dejaron sin atención médica por la absurda y caprichosa decisión de desaparecer el Seguro Popular y sustituirlo por una entelequia llena de corrupción que fue el efímero INSABI. En cuanto al ISSSTE, la burocracia no goza de mejores servicios, sobre todo después de la rapaz gestión de su director, quien solo salió por la puerta trasera, pero sin ser sancionado por la corrupción que privó por comisión u omisión. Los Institutos Nacionales también sufrieron el descuido de la 4T, no solo con los recortes presupuestales, sino la indiferencia ante la falta de tratamientos, medicamentos y actualización de su infraestructura. Lejos está la época en que esos centros hospitalarios y de investigación eran un orgullo internacional. Queda a deber el presidente en los tratamientos a niños con cáncer, cuya mortandad se incrementó por la falta de medicamentos. Otro gran, no pendiente, sino fraude es la famosa mega farmacia, la cual no ha podido regularizar el desabasto de fármacos ni surtir las recetas de los derechohabientes del sector salud. Un verdadero elefante blanco, producto de la animadversión del inquilino de Palacio Nacional hacia la industria farmacéutica sin calcular la crisis que provocó.
También deja otra asignatura pendiente: la seguridad pública, hereda a su sucesora un país ensangrentado, cerca de doscientos mil mexicanos asesinados, crisis de gobernabilidad en estados y municipios y el incremento del narcotráfico, el comercio ilegal de armas, la trata de personas y el lavado de dinero. Lejos la promesa de que, al arrancar esta administración, los sicarios depondrían las armas para trabajar el campo. Tampoco acabó con la pobreza ni las becas a los ninis y las pensiones a viejitos permitieron atender las necesidades de esos sectores, las dádivas solo les posibilitan sobrevivir; ni el empleo formal permitió una mejor calidad de vida de los trabajadores, por el contrario, se disparó la inflación y la pobreza laboral. La ideologización de la educación, junto con la falta de apoyo a la ciencia y a la tecnología, es otro fracaso que redundará en la mala profesionalización de las futuras generaciones.
Nada para el recuerdo, muchos pendientes, más allá de los dos o tres que reconoció el tabasqueño.