Estrella de la Rosa
Los famosos Chiles en Nogada tuvieron su nacimiento, dice la historia, en la cocina del Convento de Santa Mónica, en Puebla, hace un poco más de 200 años. Las monjas decidieron festejar el santo del entonces primer emperador de México, Agustín I o de Iturbide. Era festejarlo con un platillo simbólico, los chiles en nogada cubrían esa característica: el blanco de la nogada, el rojo incandescente con los granos de granada y el verde con el perejil, la bandera de México. Todo ello un 28 de agosto de 1821, día de San Agustín.
Por supuesto este platillo ha tenido su natural evolución y para el desagrado de los supuestos conocedores, la receta nunca fue escrita, es una tradición oral. Alguna necia dice, la nogada debe llevar Oporto. No sabemos, pero con un chorrito piadoso de brandy, ron, tequila, mezcal o algo así, se tornan deliciosos.
No le pongan anís, desgracian la mezcla. Este año decidimos innovar. A consejo de un libro de la BUAP al respecto de la tradición poblana, se hacían los chiles en nogada, pero también en almendrada, cacahuatada e incluso piñonada, ésta última debe costar una lana, el kg cuesta $1,700 pesos. Usen la misma receta para la preparación de la nogada. La innovación fue todo un éxito, ¡D e l i c i o s a s! Inténtenlo.
Pero no vayan a caer en las garras de tontos cocineros que le ponen crema Alpura o Lala en vez de la deliciosa Nogada. Ignorantes y abusivos. Pasemos a otro asunto. Hemos sido privilegiados en esos menesteres de la cocina nacional. En nuestra familia hemos sostenido, mi esposo y yo de la responsabilidad de mantener la tradición familiar de casi 50 años en la elaboración de los famosos Chiles en Nogada. Todo empezó con la inquietud de mi amadísimo Tío Alberto para elaborar ese platillo que me cuentan era desconocido.
Con mi suegra Adelita Castillo, se inicia la tradición. Se reunían a los involucrados uno o días antes, compraban medio bulto de nueces de castilla, mi suegro Víctor López, era el que rompía las nueces, y la mesa se llenaba de peladores casi profesionales, pues es desprender la nuez de la cáscara y luego quitarle el pellejito, era un trabajo de personas de color prieto, no había de otro color y todos acabábamos con los dedos negros y cortados de tanto pelar las dichosas nueces.
Ahí estaban los tíos Ariel, Rosalía, Homero, Toña, Alberto y la de turno de mi tío, Adela, Víctor, Oscar, un montón de primos y yo, pele y pele nueces. Se hacían 120 chiles más o menos, para entonces mi suegra los hacía capeados, con esa mezcla de huevos batidos con harina, hasta que levantara la mezcla.
El sábado último del mes de agosto de cada año mi Tío Alberto hacía el invitadero y llegaban todos los tíos, invitados y gorrones a la comilona de chiles. Por supuesto corría el tinto para darle categoría al evento. Siempre eran un éxito los chiles en Nogada.
Luego deleitarnos a todos los bohemios de corazón, de una gran cantidad de canciones que entonaba el Trío Armonix, que en un concurso del sindicato de maestros le ganaron al mismísimo grupo de marimbas maravillosas de Don Zeferino Nandayapa, de quienes escuché hace muchos años, ni más ni menos que Take 5 de Dave Brubeck, pieza icónica del mejor Jazz que puedan escuchar, inolvidable.
Así toda la tarde hasta la madrugada, escuchábamos esas canciones preciosas de “Los Tres Ases” en las voces de mi Tío Emilio, primera voz y requinto, Homero en la tercera voz y Tacho en la 2ª. Voz, ambos eran acompañamiento. No faltó, me cuentan, la voz de Alfredo Romero Landa, que cantaba igual que “El Pirulí”, que se ganó el sobrenombre de “El Chupirul”, sin olvidar al bien amado Paco Puebla. Pero los tiempos cambian, muchos de los tíos ya nos dejaron y permanecen en nuestro más hermoso recuerdo.
Así que en lo que respecta a nuestra familia Adelita mi suegra, Oscar y yo decidimos proseguir la tradición de hace casi media centuria. Como puntual pinche, nuestro querido amigo Mau. Ya no vamos hasta el Mercado “Melchor Ocampo” en la Colonia Del Carmen en Puebla, como lo hacíamos con mi Tío Alberto, para comprar la nuez de castilla pelada, las manzanas, peras y duraznos criollos de Zacatlán de las Manzanas o Teziutlán, plátano macho, almendras, queso de cabra, el infaltable acitrón etc.
Los últimos años nos hemos rodeados de amigos entrañables, de mi hijo Luis y Angélica, que saben que el 28 de agosto de cada año habrá Chiles en Nogada, siempre son bienvenidos y nos reuniremos con el recuerdo de mi suegro Víctor, de mi hijo Alberto que hace dos años, aprovechamos para festejar su cumpleaños y tres días después se tuvo que ir y lo único que nos dejó fue la brillantez de su ausencia perenne, de esas tardes lejanas de canto y poesía que nos regalaron los tíos ya ausentes. En la comida agradecimos estar juntos, felices, sanos y brindamos con un vino mexicanos dulce, joven y delicioso. ¡VIVAN LOS CHILES EN NOGADA! ¡VIVA PUEBLA! ¡VIVA AGUSTIN DE ITURBIDE! Bebámonos la deliciosa vida, bebámonos un buen trago de vino, bebámonos un vaso grande de agua. Salud.