Por: Estrella de la Rosa
Ya entramos a Calakmul, en la caseta no pagamos, maestros es de gorrión, para los turistas extranjeros 360 pesos por cráneo.
Sobre una carretera de dos carriles muy estrecha, dañada por el inclemente clima a la que no puedes ir a más de 30 km/h, luego hay muchos animales silvestres a los que puedes atropellar, chocar o salirte del camino, además te perderías la oportunidad de ver una especie de guajolotes iridiscentes, extraordinariamente bellos y gorditos, aves muchas, muchos tapires con sus tapiritos y miles de mariposas, un viaje entre la selva tropical, uno de los pulmones más importantes del planeta protegido como Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad.
La verdad es que llegar hasta ahí es cansado y cuesta una lana, entre gasolina, cuotas de camino y tiempo, pero vale la pena. Después de 60 km, llegamos a la Zona Arqueológica es bellísima, ahí había como veinte personas en total, recorrimos la Acrópolis, subimos las pirámides más grandes conocidas como Estructuras I y II desde donde pudimos observar la vasta extensión de la Reserva. Calakmul se desarrolla también en el Postclásico, derrotada luego por Tikal.
En los mejores días llegan hasta 100 visitantes, que son muy pocos, pero sólo unos cuantos llegamos hasta ahí y gracias a ello se mantiene la belleza de la enigmática selva.
Tuvimos la oportunidad de presenciar las desavenencias de dos familias de monos aulladores, vaya que son animales grandes, fuertes y ruidosos, presenciamos la disputa a unos 10 o 15m desde lo más alto de una de las pirámides, cual vecinos chismosos parecíamos los turistas, en tanto los monos se gritaban cosas que no quiero apuntar aquí por respeto a los circunstantes. Hay que llegar temprano para no desaprovechar el día, salimos de Calakmul como a las 2 pm y nos permitió regresar a una de mis zonas favoritas: Chicanná o La Casa de la Boca de la Serpiente, también parte del Municipio de Calakmul, Yucatán.
Es una zona arqueológica pequeña y el edificio principal de una belleza espléndida, la boca de la serpiente.
El viaje comenzó con todo, el cansancio nos ganó y queríamos llegar a nuestro siguiente destino: Bacalar o la Laguna de los siete colores.
Bebamos agua como si estuviéramos crudos.