Estrella de la Rosa
No me gusta tratar ciertos temas porque estoy envuelta, aunque no quiera, lo que detesto de mí. Estuve pensando en diversos temas edificantes para compartirles en la columna semanal, por circunstancias comprobé fehacientemente lo que es la envidia sobre mi persona, me alegré, luego quedé envuelta en cierta confusión de emociones.
¿Qué es la envidia? “Sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee” Esto es sólo un concepto, pero ya en profundas profundidades contrae otras emociones, por lo regular negativas.
¿Quién no ha sentido envidia? Es mirar hacia el otro, lo que es, posee, vive, hace, belleza, carisma, etc. Nos estamos comparando con el otro y sin querer queriendo, nos situamos al lado del envidiado en la línea de competencia, al hacerlo sabemos que el otro está ganando y no lo soportas.
Para sentir que no está tan lejos de ti el envidiado, justificas tu inferioridad criticando, despreciando sus logros que no logras, despreciándolo y lo peor, crees que eres mejor que el envidiado.
Cómo sabes que la envidia es una emoción despreciable, te niegas a pensar que eres un envidioso, en una suerte de malabarismo mental crees que no eres envidioso. Pero todos los que te rodean lo saben, lo sospechan y un día lo comprueban. ¡Tú lo sabes!
No es fácil ser envidioso, porque ello te hace copión, haces lo imposible para creer que eres rico, que juntarte con ricos, te hace rico, feliz, desprecias a los pobres, a los que no son de tu clase, para no sentirte pobre. Te crees superior porque te sabes inferior, te crees inteligente cuando sabes que no lo eres, por lo menos no tanto como lo supones.
Pides dinero y compras un carro extravagante para hacer creer a los demás quien crees que eres. Estas ideas son producto de la envidia, que nos lleva a la simulación a creer que estás por encima de los demás y eso te da derecho a ver a la gente por el hombro. Ver hacia afuera, al otro, a los otros, compararte, hace que te pierdas la oportunidad de saber quién eres.
Es más fácil envidiar que hacer algo para crecer. Estudia, trabaja, prepárate, crece, vete bella, comprométete, levántate temprano, no con el propósito de ser envidiada o admirada, que lo serás, sino para ti, regálate tu vida. Acéptate, pero si no te aceptas, no te derrotes, al contrario, tienes un campo vasto para aceptarte a través de crecer internamente.
Te aseguro que voltearan a verte, no sólo tu belleza, sino tu seguridad que has ganado a fuerza de estudio, trabajo, compromiso, levantarte temprano, cumplir, comprometerte contigo misma. No se trata de que vivas para el público, sino para ti. No es fácil, requiere de mucho trabajo, de meterse en la línea de competencia, pero contigo. Esto te evitará tributar tu mediocridad al ganador. Tal es la envidia que llegas al punto de mío o de nadie, de ser un cadáver ambulante, cuando el tesoro de tu vida y de tu felicidad se encuentra en tu alma e inteligencia. ¡Ya no quiero ser envidiosaaaaa! Bebamos agua entonces.