Por Octavio Campos Ortiz.
Antiguamente los políticos descalificaban los resultados de las encuestas, sobre todo cuando no les favorecían, con la consabida frase “La única encuesta verdadera es la del día de la elección”, y no les faltaba razón. En más de unos comicios, las empresas de sondeo de opinión erraron en sus pronósticos y resucitaron a los muertos. La prueba más reciente fueron las votaciones en Coahuila e Hidalgo, donde el PRI, partido que estaba desahuciado, se llevó el carro completo.
Desde que Gallup hiciera en nuestro país las primeras encuestas de preferencia política en los setentas, la industria de los encuestadores ha crecido y perfeccionado sus metodologías e incorporado sistemas informáticos que permiten resultados inmediatos, pero no ha podido descifrar por completo el comportamiento del votante.
Son muchas las empresas que presentan escenarios diversos sobre el panorama que viviremos el próximo 6 de junio, hay consultores que venden sus resultados al mejor postor, hacen estudios como trajes a la medida y dan como triunfador a quien mejor les paga, pero hay consultoras serias que hacen aproximaciones muy exactas, aunque no en contiendas cerradas o no aciertan en los empates técnicos.
Hace seis meses, casi todas las casas encuestadoras daban 14 de 15 gubernaturas a Morena y predecían la mayoría calificada en el Congreso. Hoy la ventaja se la dan solo en seis estados y el 44 por ciento de las curules, por lo que difícilmente podrá lograr la mayoría que necesita para aprobar presupuestos o modificar la Constitución. De todos modos, el presidente ya se curó en salud y ante la posibilidad de fracasar en los comicios, habla de modificar al INE y vetar las resoluciones de una Cámara de Diputados adversa.
El humor social no parece favorecer a la 4T y supongo que encuestas serias hechas por el propio gobierno hablan de un predecible revés. Por ello la nueva estrategia del régimen es cooptar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mantener sojuzgado al TEPJF, desaparecer como organismo autónomo al INE y anunciar a priori un existente fraude electoral para contar con la complicidad de esas instituciones y anular la elección.
El resultado de los sufragios emitidos el próximo 6 de junio será diferente a los pronósticos de las casas encuestadoras. Pero todavía tiene otro recurso el gobierno para imponer su proyecto político, el voto del miedo. La violencia política que se ha vivido en los últimos meses opera en favor de las autoridades. No sólo la que ejerce el crimen organizado y que ha costado la vida a precandidatos, candidatos, legisladores, expresidentes municipales y ediles, así como funcionarios de los tres órdenes de gobierno.
También está la violencia que se ejerció contra los consejeros del INE porque no se sometieron al capricho de un impresentable candidato o porque exigen que se cumpla con la ley electoral.
La violencia y amenazas de Félix Salgado Macedonio fue un llamado a la sedición, allinchamiento de los funcionarios que cumplen con sus funciones y un atentado a la integridad física de sus familias. Los simpatizantes de “el toro” actuaron como bandoleros.
Actitudes que en una verdadera democracia serían perseguidas judicialmente por ser constitutivas de delito. Pero así se quiere operar el voto del miedo, el que la gente vote con temor por un partido. Estoy seguro de que con el sufragio ciudadano en conciencia se derrotarán los pronósticos de los sondeos y se evitará que la intimidación beneficie a Morena.