“Mis células, fuente de poder en el arte”
Por Nidia Sánchez
Celia Castelán Vásquez es una artista plástica que ha ganado prestigio y presencia internacional a través de sus pinturas canalizadas con intensidad. Piensa que Veracruz es un gran semillero de artistas. En lo personal no le preocupan los apoyos, porque el artista trabaja hasta el último día de su vida “el sol sale para todos”; recapacita y añade, ojalá tuviéramos las prestaciones que otros trabajadores tienen.
Fuertemente conectada al arte, Celia Castelán –Ciela, para un círculo allegado-, es nieta del reconocido escultor Erasmo Vásquez Lendechy -alumno de Frida Khalo, cercano a Diego Rivera, José Clemente Orozco, María Izquierdo-, y autor de la famosa obra “El Yanga”. De muchas formas influida y animada también por su tío, el artista Fernando Vásquez Jácome, Celia, quien nació en el puerto de Veracruz, se abrió paso a experimentar desde temprana edad con la creatividad utilizando diversos materiales.
En estos tiempos de encierro, además de trabajar, Celia se ha dedicado a prepararse. Sus obras están a la venta en dos galerías de nuestro país, realiza trabajos artesanales en los que plasma sus obras, convirtiéndose en su principal gestora para que sean adquiridas por quienes han quedado conmovidos visual o emocionalmente con lo que transmiten. Así algunos de sus clientes han pedido que sus cuadros sean embalados para llegar a Líbano, Estados Unidos y Europa.
Celia paga impuestos por las obras que ha vendido, cumple con el Estado. Nuestra artista es consciente de que hay apoyos para los creadores solo si pertenecen al grupo de elegidos. En el caso de los artistas, carecen de jubilación si no están altamente cotizados. Esta situación no está legislada –reconoce-.
Dejé de preocuparme hace tiempo de lo que el Gobierno puede hacer por mí, en cambio, soy mujer orquesta porque hago todo para mover y vender mis obras, más en este tiempo que nos ha obligado al encierro y a crear formas para vivir de lo que sabemos hacer.
El compromiso con la pintura le ha traído gratas recompensas. El 8 de marzo de 2017 fue reconocida como veracruzana destacada por parte del DIF Estatal a través de su presidenta Leticia Isabel Márquez de Yunes, y posteriormente, haber sido seleccionada para la Bienal de Florencia 2019.
Celia Castelán potenció sus habilidades artísticas al formarse en algún momento con el reconocido pintor, escultor e ilustrador Luis Castillo Rechy. Pasó otra parte de su formación junto al maestro José Bazán en su taller de gráfica. Su inquietud por experimentar en técnicas de pintura textil la llevaron a asociarse con la diseñadora gráfica Daphne Adriana Suazo para abrir la tienda y taller de pintura “Tuna Creaciones”.
En 2013 participó junto al maestro Teodoro Cano en la creación del mural monumental en alto relieve “Tribuno”, en las instalaciones del Tribunal Superior de Justicia de Xalapa, Veracruz, obra que estuvo bajo la supervisión y guía del maestro Gaudencio Hernández.
En su trayectoria cuenta con más de catorce exposiciones individuales en distintos recintos, algunas de ellas tituladas “Almazuela”, “Oniromancia”, “Visiones Oníricas”, “Visionaria”, “Deidades”, “Estirpe”, “Construyendo Sueños”, “Canciones Cercanas”, “Zoodyakos Kyklos”, “Transreal”, “Travesía”, “Tenek, La Media Sangre”.
Entre las obras más recientes de Celia Castelán están las pinturas canalizadas “Veinte latidos-El oráculo del corazón”, que han surgido de la noche oscura del alma durante este tiempo de larga cuarentena.
“Veinte latidos” es una serie espontanea parte del oráculo que soy yo, y ni siquiera lo sabía cuándo lo hice. Mario Castelán, poeta, parte de su clan paterno, es quien ha canalizado los textos para lo que habita en cada cuadro.
Todos somos un oráculo, afirma Celia, si haces una pregunta te darás cuenta que todo lo que ocurre es consecuencia de lo que pasó. No sabemos cómo ver a través de nosotros mismos, a la incertidumbre.
En esta etapa reciente de cambios hay entrega, valor y voluntad de pintar como el cuadro de dos mujeres saliendo de la pared, se trata de un resurgimiento, la obra tiene desazón y por los contrastes parece optimista, plasma la fuerza lograda en este tiempo.
La casa del artista es una galería que se va decorando, aunque tiene un espacio destinado a sus obras y a objetos que elabora en los que imprime su obra plástica y que están a la venta, considera que ha logrado vender a pesar de esta situación de encierro.
Todos los que tenemos acceso al arte creemos que todos podemos ser artistas, pero la realidad es que hay personas utilizando las ideas ajenas para pintar. A veces hay que entender que no toda la gente tiene la fortuna de encontrarse a sí mismo, y ser tan valientes como tendrían que ser, a veces copian teniendo un modelo a seguir, actualmente hay una carencia de cánones específicos para saber quién es artista y quién no lo es.
También en el arte hay algo sectario, no todas las personas tienen la fortuna de acceder a las oportunidades que merecerían de acuerdo a su talento.
Muchas veces lo que hay en el mercado de arte no tiene la calidad que debería porque el artista verdadero tiene el mágico poder de proyectar lo que lleva dentro, pero reconocer cuando es arte no es una constante visual de hacerte sentir feliz, el arte es que logre mover una emoción, pienso que no es arte cuando no hay nada en ello que te conmueve.
Siempre hay una fuerza que nos empuja a ser mejores. He puesto atención en lo que hay dentro de mí.
Es menester de los artistas lograr su sello personal, algo que hace inconfundible su trabajo, y para lo cual, además de talento, requiere trabajo constante, y Celia Castelán lo ha logrado.
Inquieta, siempre explora y se convierte en investigadora a través de la lectura que disfruta siempre que es posible, dadas sus ocupaciones y disciplina. Se ha dejado guiar a través de la observación.
Estoy agradecida con el arte, con la creatividad que me han dado mis células porque es mi fuente de poder y el punto desde el cual ejerzo mi soberanía absoluta porque en el espacio creativo soy aceptada tal y como soy.
Las circunstancias la obligaron a cambiar, se reconoce en la que fue y ahora es más gentil con ella. La vida a estas alturas le ha enseñado lo que es el amor propio.
La cultura debe tener el lugar que se merece y ayudo a construirlo. Es así como varios creadores plásticos han aprovechado para encontrarse a sí mismos durante este tiempo de larga espera.