Sueños que se esfuman en el arte y la cultura
Por Nidia Sánchez
Rodeada de arte desde temprana edad y fuertemente atraída por las letras, nuestra poeta del mundo Marizela Ríos Toledo, de Juchitan de Zaragoza, Oaxaca, ha estado acompañada durante su larga y prolífica formación literaria, de personajes como la gran Enriqueta Ochoa, el maestro Antonio Domínguez Hidalgo, y la entonces cercanía del inmortal Andrés Henestroza.
Al preguntar sobre los apoyos que debería dar el gobierno al arte y la cultura, alza la voz para denunciar que en nuestro país ahora como en otros tiempos, no se ha dado prioridad o intentar mejorar, es injusto que se trabaje con toda pasión y que no sea remunerado, no vivimos solo de eso, es injusto que el artista no tenga ese lugar que se merece, que es tan importante. “Tengo la esperanza puesta que devenga en una transformación, porque no podría ser de otra forma”.
“El artista no piensa en hacerse rico, sino en trascender en el alma de los demás”.
Es probable que la vena de artista en Marizela Ríos Toledo, titulada en Lengua y Literatura Españolas por la Escuela Normal Superior de México, tenga una parte de su origen, en su abuelo –de raíces españolas-, que por allá de 1930 o los 40´, había formado en Juchitán “un teatro de zarzuela”, algo raro en un pueblo indígena zapoteca apenas imaginable, donde todos se hermanaban.
Se identificó de tal forma con el teatro, que quiso ser actriz, y los caminos le llevaron por el rumbo de las letras, que ha sido tan afortunado como pedregoso. De su niñez tiene una serie de diarios escritos, que son el antecedente claro de lo que sería su destino.
Con especialidad en Competencia Lingüística, Marizela ejerció como profesora durante doce años, se alejó de alguna manera de las presentaciones y regresó posteriormente.
Pronunciar el nombre de Marizela Ríos Toledo, es hablar de disciplina, trabajo arduo, compromiso, preparación constante, noches de insomnio, junto a su compañero de vida y cómplice, el gran maestro y músico Humberto Adam y la cantante Martha Isabel, cada uno con la trayectoria que se han forjado en los escenarios culturales más exigentes dentro de nuestro país y más allá de nuestras fronteras. Siempre que es posible, se reúnen y realizan presentaciones juntos, que resultan extraordinarias, quedando de manifiesto las horas diarias dedicadas al ensayo.
Marizela tiene en su repertorio junto a Humberto Adam, 31 canciones por el gusto y la dedicación de vocalizar cada tarde.
En este camino recorrido, hay grandes logros que a veces satisfacen al espíritu, expresó, como recientemente su poemario “Suite en La Palabra” publicado en la Ciudad de México en 2019 por la editorial Praxis, fue incorporado a la colección de la Fonoteca Global de la Poesía, en España.
Es autora de “Especialista en soledades” (1999), “Porque nací del sur” (2000). En 2016 lanzó “Ad Libitum” (voluntad) cargado de poemas visuales, ritmo, poemas de largo aliento, y poemas flash, y “Suite en La Palabra”.
Ha participado en Antologías en México, Perú, Uruguay, Argentina, Canadá, Corea, España. Ha publicado en Londres Inglaterra.
La voz poética ha llevado la representación de México a la cima del mundo, a través de encuentros poéticos en Cuba, Costa Rica, Nicaragua, Chile, Venezuela, Madrid España, París, y Marrakech, entre otros escenarios.
Tiene ocho poemas que ganaron un premio en 2006 en Montreal, Canadá, dos medallas otorgadas en Perú, en el año 2002, donde recibió una carta del presidente Alejandro Toledo, que la nombró Huésped distinguida del Perú, y permaneció un mes en la zona de Cusco, en Lima, y Chiclayo.
El trabajo como artista es una búsqueda constante. El oficio también es vocación. El trabajo no ha sido fácil, lo que hay detrás de cada viaje revela esfuerzo, compromiso, el arte como una forma de ser.
“Escribo poesía como acto de fe. Creo en la libertad de creencia, la fe no cuestiona, creo en dios, al que veo en los cerros y el sol, en el aire, cada mañana al abrir la ventana, él está presente en lo que amo”.
La presencia y brillo inconfundible de Marizela Ríos Toledo implica horas de trabajo creativo intelectual, días en que abre espacio para tomar cursos a distancia, su vida es una agenda que cumple rigurosamente, que por supuesto incluye lectura, música, vocalización y ejercicio físico diario. El día inicia a las 5:30 de la madrugada.
Durante el tiempo de encierro a causa del virus, se ha dado cuenta que todo en la vida es aprendizaje, y mientras en lo cotidiano hay complicaciones, es momento de hacer lo que tanto amamos.
Al referirse a las invitaciones que le hacen para participar a través de distintas plataformas, le gratifica el espíritu, sin embargo, en el libre albedrío tiene derecho y conciencia de elegir, por lo que en algunos casos, ha declinado, porque su trabajo merece respeto.
A veces piensa –nos confiesa- que muchos de los que escriben no tienen la preparación y lo toman por el hecho de hacerlo.
Sobre su cercanía con el maestro Andrés Henestroza –que siempre provoca interés-, nuestra poeta cuenta que cuando tenía 16 años, lo apoyaba en algunas diligencias trasladándose a su oficina en la calle Motolinía en el centro de la Ciudad de México, de donde salía para llevar un texto al periódico El Día.
El maestro tenía un camastro y escritorio en la penumbra. Entre las anécdotas recuerda que alguna vez la reprendió por pedirle que le recordara el número de la dirección a la que debía trasladarse –que eran las instalaciones de El Día-.
Henestroza nació en San Francisco Ixhuatán, cerca de Juchitán, -de ahí el encuentro- donde la abuela de Marizela, le contó que con ella vivió Alfa Ríos, quien fue posteriormente la esposa del maestro, y en más de una ocasión escuchó las serenatas, algunas con la canción que a la letra dice “mi novia parece varita de nardo…”.
En su camino de formación constante, aprendió del reconocido poeta zapoteco Nazario Chacón Pineda.
La rabia, la soledad, el hastío, han dado origen a textos poéticos de lo opuesto, en el que Marizela Ríos Toledo muestra el dolor, la tristeza, la injusticia de los problemas sociales, los feminicidios, las desapariciones, la migración.
“Es importante entender que el arte está en todas partes –para los que tenemos esta vocación-, si tienes este oficio realmente hay que creer en lo que se hace”.
Duele la promesa no cumplida, la falta de apoyos del gobierno a la cultura y el arte, sueños que se esfuman, y sin embargo, perdura la esperanza. ¿Cómo podemos apoyar a la cultura y el arte en la era del coronavirus?.