Luis Ángel García
Contrario sensu de quienes vaticinan la extinción del PRI, el casi centenario instituto político fundado por Plutarco Elías Calles, si bien no goza de cabal salud, permanecerá por mucho tiempo como uno de los pilares de la deteriorada democracia mexicana. La cuestión no es la permanencia del Revolucionario Institucional, sino la urgencia de renovar el sistema pluripartidista mexicano. La sociedad ya no cree en las opciones políticas que representan anquilosadas estructuras que abandonaron ideologías y principios para ambicionar el poder por el poder mismo. Ello no es privativo del tricolor, ese mal aqueja a Morena, el cual no ha dado el salto de movimiento a partido propiamente dicho. La democracia requiere revitalizarse y para ello necesita del PRI.
A principios del siglo XX, el entonces mandatario sonorense institucionalizó la Revolución Mexicana y acabó con el caudillismo, regresó la paz social y desde entonces, los gobiernos civiles avanzaron en la consolidación de un régimen democrático con instituciones económico, político y sociales que revindicaron las demandas del movimiento social de 1910. Eso no se le puede regatear al PRI.
El acceso de la oposición, incluido el clandestino Partido Comunista Mexicano, al Congreso se debió a una reforma política ideada y hecha ley por el Revolucionario Institucional, quien reconoció los riesgos de la hegemonía de un partido único hecho gobierno. Los regímenes neoliberales visualizaron la necesidad de ciudadanizar las elecciones y alentaron la creación del IFE, hoy INE.
Abusos de autoridad y corrupción se cometieron no solo durante los mandatos priistas, sino con gobiernos panistas e incluso en la administración de la 4T, que por cierto es quien más ha degradado al Estado de Derecho, la división de poderes, la independencia de los organismos autónomos como contrapeso del Ejecutivo; poco hicieron por reducir la marginación o mejorar la distribución de la riqueza; administrar la pobreza, hacer uso electoral de los programas asistencialistas y acostumbrar a la gente a recibir dádivas para sobrevivir no es el mejor ejemplo de una administración pública eficaz.
Por eso es indispensable refundar el sistema de partidos, no solo al PRI, sino a la 4T misma, que no es un partido sino una secta. En una nueva conformación de institutos políticos es importante el regreso a las ideologías y acabar con los partidos rémoras y satélites o las franquicias que solo prostituyen la política y enriquecen a sus administradores. Es rescatable el pluripartidismo mexicano, porque no es opción un bipartidismo.
En ese nuevo e incluyente espectro político, donde quepan todas las corrientes y expresiones sociales, cabe perfectamente la visión de los priistas que deben rescatar el nacionalismo revolucionario y una propuesta socialdemócrata, debe seguir como la opción de centro izquierda. Para ello requiere refundarse, no solo con el cambio de siglas -lo ha hecho en tres ocasiones-, sino recuperar la territorialidad que tanto presume “Don Perpetuo” Moreno pero que ha desdeñado a los comités sociales de base, que hoy son utilizados por la 4T a través de los servidores de la nación.
La democracia y el sistema político mexicano requieren del PRI, sin sus actuales líderes corruptos, sus traidores dirigentes charros, quienes -abyectos-, pusieron el corporativismo sindical al servicio de la presidente. Critican al otrora invencible tricolor y olvidan que Morena lo lleva en su ADN; se llevaron a impresentables priistas y se apropiaron de sus peores prácticas: son igual de corruptos, tramposos, mentirosos, ambiciosos de poder y de riquezas a costa del erario.
Hoy el PRI, sin esas rémoras, tiene la oportunidad de refundarse como instituto político, solo sí regresa a una verdadera declaración de principios y acepta representar una ideología. Debe dejar de engañar a la ciudadanía y cumplir con lo que ofrece. En algún momento, sobre todo cuando fue un partido gobierno, abandonó a los militantes y el registro de ellos, también dejó de lado la gestoría y el apoyo a las bases. Fue ridículo que el PRI no pudiera tener un representante en el 100 por ciento de las casillas, perdió militancia.
Ya no hay cabida para los Don Perpetuo, los venales y chapulines líderes sindicales ni los políticos corruptos. Debe ser un partido de la sociedad civil.