El Ágora
Octavio Campos Ortiz
Para los norteamericanos, México es casi un Estado fallido. El año pasado, un alto funcionario del Pentágono reveló que la tercera parte del país estaba en manos del crimen organizado, poder fáctico que había desplazado a las autoridades estatales y federales. Recientemente, la Casa Blanca mostró su preocupación por el asesinato de periodistas y ante la ola imparable de violencia, el gobierno estadounidense advirtió a turistas que evitaran algunas localidades del país para preservar su seguridad, incluso cerraron un consulado en Tamaulipas.
Ahora, en entrevista con El Universal, el profesor de Asuntos de Seguridad Nacional en la Universidad de Defensa Nacional en EUA, Craig A. Deare, fue categórico al señalar que el gobierno mexicano está “fracasando rotundamente en lo que debiera ser la prioridad número uno: garantizar la paz y tranquilidad de la población. Un México más seguro debiera ser la transformación de la 4T”.
El académico y especialista en seguridad enfatizó que la cuestión de abrazos y no balazos no funciona, ya que el crimen organizado es cada vez más fuerte, y es responsabilidad del Estado atenderlo, no minimizarlo. Se mostró contrario a la idea de militarizar la estrategia de seguridad pública, ya que -recordó-, en mayor o menor medida todos los gobiernos han pretendido involucrar a las fuerzas armadas en temas de seguridad pública y no se ha logrado mucho avance.
Preocupa a los americanos la crisis de seguridad que padecemos y más ante la falta de una estrategia gubernamental que devuelva la paz social a nuestro país, no porque les importe que vivamos razonablemente tranquilos, sino porque la violencia del crimen organizado pone en riesgo la seguridad nacional allende la frontera del Río Bravo.
También el ex fiscal general Bill Barr declaró que el gobierno perdió el control del país y que el creer en los abrazos y no en las balas, hace que vaya perdiendo la autoridad. Reconoció el poder corruptor del crimen organizado, los miles de millones de dólares con que cuenta y su poder destructivo a través de sicarios e infraestructura como la de un ejército regular. Asimismo, al ex procurador republicano le inquieta la seguridad de sus fronteras, ya que no ve lejana la posibilidad de que la administración mexicana vaya a compartir soberanía con los cárteles y llegar a un modus vivendi con ellos. “Y no tenemos control sobre ese territorio. Y ahora hemos perdido el control de la frontera”. Bill Barr hizo un llamado a los demócratas para que se ocupen más de la violencia que crece en México -insisto-, no para que vivamos mejor y más tranquilos los mexicanos, sino para no convertirnos en un problema de seguridad interna para ellos.
Todos coinciden, hay una grave crisis de seguridad, la violencia crece -115 mil homicidios dolosos y casi cien mil desaparecidos, decenas de comunidades desplazadas, asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos-, la connivencia de delincuentes con policías, ministerios públicos, jueces, políticos y servidores públicos de los tres niveles de gobierno propicia la pérdida de gobernabilidad y empodera a los criminales.
Su participación en los pasados comicios intermedios permitió no solo el financiamiento de campañas sino -mediante la violencia política-, imponer candidatos a modo en cargos de elección popular.
No es infundada la preocupación de los americanos que ven nuestra crisis como un potencial problema de seguridad nacional para ellos. Si el régimen no responde con estrategias eficientes para contener el delito, abrirán las puertas a una intervención directa de las agencias norteamericanas en nuestro país, con el pretexto de que resguardan la seguridad de sus ciudadanos. Después, a ver cómo los sacan.