*La presidenta del Consejo Asesor Honorario de la Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México, Beatriz Gutiérrez Müller, inauguró la exposición acompañada del director general del INAH, Diego Prieto Hernández, y del presidente del Museo del Quai Branly-Jacques Chirac, Emmanuel Kasarhérou
*Una veintena de acervos mexicanos cedieron, temporalmente, 300 piezas, entre ellas la “Cabeza Colosal no. 4” y “La mujer escarificada”
París, Francia- Luego de la contingencia sanitaria, que detuvo las actividades culturales de la capital francesa, esta tarde, el Museo del Quai Branly-Jacques Chirac reabrió con una muestra inédita para el público europeo: Los olmecas y las culturas del Golfo de México, la cual resume con más de 300 piezas cerca de tres mil años de historia. Se trata del primer proyecto expositivo internacional organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 2020.
En la ceremonia de inauguración, se contó con la presencia de la presidenta del Consejo Asesor Honorario de la Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México, Beatriz Gutiérrez Müller; el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, y el presidente del recinto parisino, Emmanuel Kasarhérou.
En su oportunidad, Gutiérrez Müller señaló que la olmeca es la civilización más antigua del continente americano, “se trata de la primera exposición de tal magnitud en Europa dedicada a esta enigmática cultura y que contiene piezas que nunca han salido de México”.
Relató que, a pesar de que los olmecas fueron la civilización más antigua de América, fue apenas en la segunda mitad del siglo XIX que se empezó a conocer sobre ella. “Todavía hoy es poco lo que se ha sacado a la luz, en parte, porque desaparecieron como grupo humano hace más de dos mil años”.
Sin embargo, continuó, “ningún recuento de la humanidad puede estar completo sin al menos las líneas básicas de aquella primera gran civilización. De ahí, que esta exhibición pretenda contribuir al conocimiento del pasado y al respeto del presente para poner en perspectiva lo que podemos conocer sobre los orígenes de la humanidad, y también para valorar las diferencias culturales con una visión más abierta, empática y tolerante.
“En este momento que enfrentamos enormes retos en el mundo, donde como sociedad necesitamos bienestar del cuerpo y bienestar económico, también necesitamos bienestar del alma, y esta muestra es nuestra modesta contribución a la felicidad del pueblo francés. Vengan a apreciar estos tesoros”, concluyó.
El presidente del Museo del Quai Branly-Jacques Chirac, Emmanuel Kasarhérou, se mostró entusiasmado de que esta relevante muestra refrende los lazos de cooperación entre ambos países, y agradeció a México por la “amistad y la oportunidad que nos han brindado de poder ofrecer al público europeo una pequeña parte de su inmensa y fascinante cultura”.
Por su parte, el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, expresó que esta exposición es resultado de un esfuerzo conjunto de las instituciones culturales y representaciones diplomáticas de México y Francia, para que la cultura mexicana dialogue con el mundo, como lo ha instruido la secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero.
“Hoy nos sentimos complacidos de traer a estas tierras una muestra de la enorme diversidad cultural de México, que viene a sumarse a la vigorosa reciprocidad de ideas, técnicas y programas entre ambas naciones, que se ha entretejido desde el siglo XVIII, a través de incontables incursiones de expertos, circulación de publicaciones especializadas, exportación de instrumentos e intercambios de cooperación cultural, científica, académica y técnica”, agregó Diego Prieto Hernández.
Confió en que esta magna muestra será disfrutada por sus visitantes, “con la certeza de que la cultura es una de las más poderosas herramientas para superar las crisis, incluso, para salir fortalecidos de una pandemia”.
Previo al acto inaugural, la asesora científica de la exposición, Cora Falero Ruiz, brindó a la comitiva un recorrido por la muestra, destacando el hecho de que es la primera ocasión que las civilizaciones que se asentaron a lo largo de tres milenios en el Golfo de México y que tuvieron un impacto en toda Mesoamérica, se presentan en un museo europeo.
Esto fue posible gracias a la colaboración de una veintena de acervos mexicanos, los cuales lograron reunir 300 piezas prehispánicas para su exhibición, hasta el 25 de julio de 2021, en el Museo del Quai Branly-Jacques Chirac.
Las secciones que componen la exposición son: La cultura olmeca y los logros de los sitios de San Lorenzo y La Venta; Las primeras formas de escritura y el uso del calendario de cuenta larga mesoamericano; Mujeres y hombres del Golfo. De la civilización olmeca a las culturas huastecas, 2,500 años de arte estatuario; Ofrendas e Influencias culturales en otras regiones de Mesoamérica. A su vez, dedica un apartado al sitio huasteco de Tamtoc.
En cada uno de estos apartados se pueden admirar obras maestras como la “Cabeza Colosal No. 4” cuyo peso es de 4.5 toneladas y procede del sitio San Lorenzo-Tenochtitlan; “El Señor de las limas”, la “Ofrenda 4” de La Venta, “La mujer escarificada” de Tamtoc o el Monumento 1, mejor conocido como “El luchador”; facilitadas por recintos como los museos Nacional de Antropología, el de Antropología de Xalapa, y el Regional de Antropología “Carlos Pellicer Cámara” de Tabasco.
En su oportunidad, Steve Bourget, responsable de las Colecciones de las Américas del recinto parisino, ha dicho que, como arqueólogo, es también de apreciar que la mayoría de las 300 piezas que integran Los olmecas y las culturas del Golfo de México fueron recuperadas mediante excavaciones arqueológicas, lo que permite hablar de contextos histórico-culturales, y no sólo exponer piezas carentes de información, más allá de sus aspectos formales.
El también curador de la exposición explicó que a fin de introducir al público europeo en un tema complejo que abarca un amplio espacio geográfico (Tamaulipas, Veracruz, el norte de Tabasco e, incluso, el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca), temporal (1600 a.C. al 1521 d.C.) y una diversidad etnolingüística no menos rica –a la llegada de los conquistadores se hablaban más de 20 lenguas en la región–, “se decidió plantear el área del Golfo de México, a través de uno los más antiguos desarrollos civilizatorios: los olmecas.
“No quiero que los visitantes salgan con la idea de que lo mexicano es ‘enigmático’, sino que posee una larga historia y las culturas prehispánicas forman parte de ella. Se enfatiza que Mesoamérica es una cuna de civilización como lo son Egipto, Mesopotamia, China, el valle del Indo y la región Andina; es decir, que el desarrollo de sus saberes no contó con influencia de otra cultura.
“Esta exposición es un poco una locura. Es como intentar mostrar a Europa con 20 lenguas y tres mil años de devenir, en un solo lugar y de un solo golpe. Es un desafío explicar este ‘laboratorio humano’, pero los planteamientos y la selección previa de la muestra Golfo. Mosaico ancestral nos facilitó el trabajo, por eso el reconocimiento a los profesionales del INAH”, finalizó Bourget.