Octavio Campos Ortiz
Se le atribuye -sin comprobarse-, a George Orwell la frase “Un pueblo que elige corruptos, impostores, ladrones y traidores no es víctima, es cómplice” y esa sentencia parece adaptarse a la realidad política mexicana; más aún, la trama del libro “Rebelión en la Granja” podría ser una novela costumbrista y no de ciencia ficción en nuestro país. Originalmente escrita para denunciar la dictadura estalinista en la Unión Soviética, rápidamente se aplicó a todo régimen totalitario de cualquier signo y que hoy parece advertirnos del riesgo que sufriremos si no se cambia el modelo populista de la 4T y el presidencialismo omnipresente, omnipotente y omnímodo que padecemos. Estamos ante una virtual presidencia imperial.
Como en la Rebelión en la Granja, el triunfo en las urnas de la 4T y su lema “primero los pobres” es muy parecido al golpe de granja que dan los cerdos para tomar el poder. Una vez instalado en él, se dedican a acabar con las leyes vigentes para imponer otras, las cuales pueden cambiar a criterio de quien detente el poder.
En la obra distópica de Wells se recrea la ambición de poder, la corrupción, la represión, la traición y los pactos entre iguales, y si bien “todos los animales son iguales, pero unos más iguales que otros”. También entre los cerdos vencedores y empoderados se da la práctica de que cuando algo sale mal, se le echa la culpa a los de antes y se les acusa de traidores. Todos es culpa de Felipe Calderón, Genaro García Luna o siempre se puede recurrir a ¿pero ¿cuánto gana Loret de Mola?
Esto viene a colación, porque el panorama político que se vive en pleno proceso electoral es exactamente igual a la descrita por el novelista estadounidense para los gobiernos totalitarios o dictatoriales, la actual administración sexenal busca mantenerse en el poder a toda costa, incluso con engaños, represión, pactos oscuros y hasta orquestar una elección de Estado.
Durante todo el régimen, el inquilino de Palacio Nacional se ha dedicado a establecer una falaz narrativa que pretende legitimar no solo a su gobierno, sino que con su mensaje propagandístico hace creer que solo él tiene la razón, que los yerros son responsabilidad de los de antes, que en una administración “impoluta” se acabó con la corrupción y que los pobres han dejado de serlo por decreto, aunque sea evidente el deterioro de la economía familiar y la falta de oportunidades de empleo.
Las falacias hasta ellos se las creen y mantienen obnubilada a la población. Eso les ha funcionado hasta ahora, pero el pueblo bueno y sabio empieza a despertar. La evidente similitud entre los cerdos de la granja -ambiciosos del ejercicio del poder, degustadores de los placeres mundanos, de la corrupción, de la traición-, y los políticos de la 4T empieza a ser percibida por los ciudadanos de a pie, quienes ya sienten los efectos de la falta de crecimiento económico, de la inflación, de la inseguridad, de los malos e insuficientes servicios médicos o la carencia de medicamentos, una educación fallida, la retardada justicia, la impunidad y la promesa incumplida de salir de la postración.
Ese será el reto que enfrentaremos los mexicanos el próximo 2 de junio, ¿permitiremos que como en la Rebelión en la Granja, los cerdos decidan por nosotros el sistema de vida que debemos tener o con nuestro voto consciente daremos vigencia a la democracia que tanto trabajo nos ha costado construir y no solo como forma de gobierno, sino como verdadero sistema de vida.