Por Arturo Paz, reportero de Nuevo México Plural, ante la H. Cámara de Diputados
El Diputado Santiago Creel Miranda, Presidente de la Cámara de Diputados señaló: A nombre de las diputadas y de los diputados de la Sexagésima Quinta Legislatura, y como Presidente de esta Cámara, expreso a la familia Muñoz Ledo, aquí presentes, a Lorena, a Verónica, a quienes están ausentes, Tamara, así como a Porfirio Thierry y Alejandro, nuestro más sentido pésame por el fallecimiento de su señor padre, Porfirio Muñoz Ledo.
Estas condolencias las hacemos extensivas a sus nietos y a todos los seres queridos que hoy están presentes y quienes hoy no pudieron asistir, pero que también les extendemos estas condolencias.
Estamos aquí congregados en torno a Porfirio Muñoz Ledo. Un mexicano insigne, un hombre de Estado, un adelantado a su tiempo.
Su partida nos deja como herencia una vida auténticamente extraordinaria.
Se va el hombre, el ser humano, pero permanecen sus obras y su legado: múltiples instituciones, reformas legislativas, acciones, decisiones políticas y logros que obtuvo para apuntalar, para afianzar nuestra República.
Su ímpetu y espíritu perdurarán, estoy seguro, en las generaciones por venir.
Existen ausencias que son presencias permanentes. Porfirio Muñoz Ledo, sin duda, es una de ellas. Será una presencia permanente para todas y todos nosotros.
Su biografía es vasta, variada y, en más de un sentido, es ejemplar. Abarca altísimas responsabilidades en el Poder Ejecutivo Federal, dos veces integrante de un Gabinete presidencial.
En el Poder Legislativo, presidió en dos ocasiones esta Cámara de Diputados, además, fue constituyente en nuestra Ciudad de México.
También se desempeñó como presidente de dos partidos políticos nacionales y fue fundador, además, de dos institutos políticos.
Ejerció su liderazgo en infinidad de iniciativas, en la concreción de acuerdos claves y frentes políticos estratégicos que lograron cambios fundamentales y que trasformaron, modernizaron y democratizaron nuestro sistema político.
Cualquiera de esos logros, vistos de manera aislada, podrían justificar en sí mismos toda una vida política. Porfirio Muñoz Ledo tuvo muchas vidas políticas, y en cada una de ellas, vidas políticas, tuvo logros muy singulares en cada una de ellas.
La prolija actividad de Muñoz Ledo en esos cargos y sus aportaciones al Estado mexicano ameritan varios volúmenes biográficos que aquilaten con justeza su legado.
Porfirio Muñoz Ledo fue un líder determinante que, con arrojo y convicción, fue parte del tránsito de un sistema político antiguo a uno nuevo, abierto y democrático.
Contribuyó de manera definitiva para que ese puente entre esos dos sistemas políticos antagónicos no se rompiera y que la transición democrática de México se hiciera en paz, por la vía de las instituciones y apegada a Derecho.
Ese cambio no pudo haber sucedido sin la paralela transformación de su pensamiento político, y es ahí donde se encuentra la clave para entender a Porfirio Muñoz Ledo. Con esa fuerza interior que tuvo, renovada, rompe con el pasado, quiebra viejos paradigmas, se reinventa políticamente y poco a poco construye una nueva coherencia democrática que constituye su verdadera hazaña y que perdura a lo largo de toda su vida.
Muy pocos políticos logran realizar lo que hizo Porfirio Muñoz Ledo. Por eso su actividad y pensamiento renovado que sostuvo, particularmente con el rompimiento con el viejo régimen, estuvo presente hasta su último aliento.
Todavía en la última conversación que sostuve con él, que fue relativamente reciente, escuchaba a un Porfirio Muñoz Ledo que vehementemente debatía conmigo, pero sobre todo, como lo hacía con mucha frecuencia, debatía consigo mismo, sobre las carencias y las soluciones que tiene nuestra democracia.
Nunca, nunca se rindió, nunca se doblegó, su voz y su liderazgo en los momentos claves del cambio político siempre se hicieron presentes y nunca dejó de estar en el apasionado debate nacional.
Aquí, ante su féretro, no es tarea sencilla hacer una instantánea personal de Porfirio Muñoz Ledo, y menos para quien compartió muchas de sus luchas y, además, tuvo el privilegio de ser su amigo.
A riesgo de errar, aventuro: el legado más importante que deja Porfirio Muñoz Ledo a la República y al pueblo de México es el impulso que le imprimió a la transición democrática y a la construcción de instituciones.
Cuando concluye el proceso electoral federal de 1994, Porfirio Muñoz Ledo propone la instalación de una mesa de trabajo para evaluar esa elección y plantear las reformas para hacer avanzar el cambio democrático.
Esa idea germinal fue la que origina el Seminario del Castillo de Chapultepec. En ese espacio se trabaja por más de un año. Al término, se plantea un proyecto de cambios, que concluye con la reforma político electoral de 1996.
Esa idea germinal de Porfirio Muñoz Ledo y su participación activa en el seminario, así como la persuasión que ejerce como presidente del PRD, fue insustituible para que los dirigentes del PAN y del PRI acudieran a la mesa del seminario, dialogaran, negociaran y, finalmente, acordaran en un 12 de diciembre de 1995 la gran reforma político-electoral.
Fueron sus grandes dotes de diálogo, de interlocución, su brillante argumentación y enormes conocimientos de la ciencia política y jurídica lo que facilitó que en esa mesa fluyeran los acuerdos y que además se cumplieran.
La reforma de 1996 abrió de manera definitiva el sistema político, crea las normas y las instituciones de la democracia que hoy vivimos.
La transición no se puede explicar sin la participación de Porfirio Muñoz Ledo. Hubo, sin duda, otros episodios en su vida que fueron claves en el proceso de cambio. Pero sirva la pedagogía que deja esta reforma de 1996, para entender la importancia y la trascendencia de la vida política de Porfirio Muñoz Ledo.
Fue precisamente en este salón de sesiones que tomó protesta como primer Presidente de una Cámara opositora al partido del Presidente de la República. Este acto tuvo un significado toral en nuestra transición democrática y en la vida política de Porfirio Muñoz Ledo.
Después de casi 70 años, fue la primera vez que la oposición tuvo el control mayoritario de esta Cámara, pero, además, fue producto de la primera elección posterior a la gran reforma política electoral de 1996.
Y es precisamente el resultado de esa reforma política, que se da con la elección de 1997, la que materializa esa mayoría opositora que elige a Porfirio Muñoz Ledo como Presidente de la Cámara.
Este hecho constituye el primer resultado real y verificable de la transición democrática en el ámbito federal.
En su capacidad de Presidente de esta Mesa Directiva, responde, como aquí ya se ha dicho, al informe presidencial con una gran elocuencia y de una manera imposible de olvidar.
Esa respuesta se inspira en una frase sacramental de los viejos Fueros de Aragón, promulgados en la Edad Media, y que fueron las primeras semillas del concepto de soberanía, y soberanía que residía en el pueblo.
Muñoz Ledo la repitió en este salón de sesiones, claro, con algunos cambios para adaptarla al lenguaje actual y a las propias circunstancias del caso.
En aquella memorable sesión, Muñoz Ledo dijo la frase primero haciendo una breve pausa, para después subir su tono de voz, como él acostumbraba, al tiempo que volteó a ver al Presidente de la República y a los demás asistentes, y la lanzó, la frase, como un dardo que acierta claramente en la diana, y dijo:
“Nosotros, que cada uno somos tanto como vos, todos juntos valemos más que vos”.
Pero añadió: “Que esta igualdad que hoy descansa en el equilibrio de las instituciones de la República se convierta en la forma de vida que heredemos a las futuras generaciones mexicanas”.
La sesión, por momentos se interrumpió, y no sin dificultades, pudo después reanudarse.
Esa pausa sirvió para entender que México había cambiado y que Porfirio Muñoz Ledo persistía, una vez más, en sus afanes por consolidar la transición democrática de México.
Descanse en paz Porfirio Muñoz Ledo, un gran mexicano, un hombre de Estado y un gran amigo. Muchas gracias.