Víctor Sánchez
El consumo de drogas, incluido el alcohol ha estado ligado al VIH/sida desde el comienzo de esta epidemia. Incluso existe evidencia que, si el consumo de alcohol se incrementa después del diagnóstico de VIH y permanece alto, podría afectar de forma moderada a la progresión de la enfermedad. El VIH sigue siendo un importante problema de salud pública mundial, a pesar de los importantes progresos realizados desde finales del decenio de 1990.
El progreso hacia los objetivos de las metas de desarrollo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ya se había ralentizado antes de la pandemia de Covid-19. La interrupción de los servicios de salud durante la pandemia ha amenazado con retrasar el reloj décadas atrás, socavando los esfuerzos por alcanzar los ODS y causando un sufrimiento humano incalculable.
TRANSMITIR COMO CONTRAER EL VIH
El vínculo está dado por la tendencia que tienen algunos consumidores de alcohol y otras drogas a adoptar comportamientos de riesgo, como relaciones sexuales sin protección o compartir jeringas para administrarse drogas inyectadas, lo que incrementa la probabilidad tanto de transmitir como contraer el VIH, así como otras enfermedades, que pueden repercutir negativamente en su salud y calidad de vida.
El uso nocivo del alcohol, en especial el consumo excesivo, puede ser un factor importante de riesgo de transmisión del VIH porque se vincula a comportamientos sexuales riesgosos, además que entre las personas con VIH puede perjudicar el resultado de su tratamiento.
El uso de alcohol es común en muchas personas con VIH y su impacto sobre la progresión de la enfermedad ha sido estudiado tanto en estudios in vitro como in vivo.
El alcohol podría afectar negativamente a la función inmunológica en personas con VIH a través de varios mecanismos, entre los que se incluye el incremento de la replicación del VIH en las células inmunes.
GENERALIDADES DEL VIH/SID
VIH son las siglas del Virus de Inmunodeficiencia Humana, el cual afecta a las células de defensa del cuerpo humano (Linfocitos CD-4+).
El VIH se transmite a través de tres vías: Vía sexual: contacto sexual sin uso de métodos de barrera, como el condón; Vía sanguínea: recepción de sangre, órganos o tejidos de una persona infectada con VIH, y por compartir agujas/jeringas entre personas que utilizan drogas inyectadas.
Perinatal: una madre infectada puede transmitir el VIH al bebé durante el embarazo, parto o lactancia.
Si la infección no se controla de manera temprana, puede evolucionar a lo que se conoce como sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida)1.
Cuando una persona desarrolla sida, el sistema inmune está gravemente dañado, por lo que su cuerpo es incapaz de defenderse de infecciones oportunistas.
A nivel mundial:
36.9 millones de personas viven con VIH. Una cuarta parte de las personas infectadas con VIH no saben que lo tienen. 59% de las personas con VIH tienen acceso a tratamiento antirretroviral. 1.8 millones de personas se infectan de VIH cada año. 940,000 personas mueren por enfermedades relacionadas con el VIH cada año.
En México, de acuerdo con el Sistema Especial de Vigilancia Epidemiológica del VIH, hasta la semana epidemiológica 46, del 2020, se tienen 313,969 casos diagnosticados a nivel nacional, de los cuales: 81.2% son hombres y 18.8% son mujeres. 4.8% son menores de 20 años, 33.6% son jóvenes de 20 a 29 años, 33% son personas de 30 a 39 años y el resto (28.6%) son mayores de 40 años.
En México la incidencia de infección de VIH ha ido en aumento, ya que desde 2015 se observa un aumento de 25.9% en el número de nuevos casos (de 10.8 a 13.6 casos por años por cada 100,000 habitantes).
PREVENCIÓN DEL VIH/SIDA
Hasta el momento el VIH/sida no tienen cura. Los tratamientos disponibles (llamados antirretrovirales), inhiben la duplicación del virus en el cuerpo, evitando con esto que progrese el daño en el sistema inmune2.
El preservativo (condón) es una de las maneras más eficaces y económicas de prevenir la infección por VIH.
Las siguientes recomendaciones deben tomarse en cuenta para emplear el condón de una manera correcta, y con ello disminuir el riesgo de contagio: Usarlo siempre que se practique una relación sexual. Colocarlo antes de iniciar la relación sexual. Comprobar siempre la fecha de caducidad, ya que los condones caducos se pueden romper. Usar lubricante a base agua o silicona para reducir la probabilidad de que el condón se rompa. Guardarlo en un lugar fresco y seco (no exponerlo a altas temperaturas o colocarlo en lugares donde se aplaste, como en la cartera).
El diagnóstico en etapas tempranas es fundamental para evitar la transmisión hacia personas que no tienen VIH, así como para iniciar de forma oportuna el tratamiento antirretroviral. De acuerdo con el CENSIDA,
La detección temprana permite: Saber si se tiene el virus en el organismo y recibir el tratamiento de manera oportuna. Evitar vivir con la preocupación o incertidumbre. Proporcionar cuidados especiales en beneficio del cuidado de la propia salud. Ejercer la vida sexual de una manera plena y responsable.
CONSUMO DE ALCOHOL Y VIH/SIDA
El consumo de alcohol se encuentra fuertemente asociado con la incidencia y progresión de VIH/sida.
Se han propuesto tres mecanismos que pueden estar involucrados en esta relación:
El alcohol produce desinhibición conductual y pérdida de juicio, lo que puede llevar a tener relaciones sexuales sin protección.
El alcohol afecta el sistema inmune, lo cual aunado al cambio producido por el virus del VIH, puede empeorar la respuesta inmune a otras enfermedades.
El alcohol interfiere con la adherencia al tratamiento (retrovirales), es decir, provoca que la persona no tome sus medicinas, lo que ocasiona un aumento en la carga viral, y con esto, una progresión más rápida al sida.
Se ha descrito que en personas con un nivel de alcohol en sangre de 0.07 g/dl (que equivalen a consumir 49 gramos de alcohol puro en mujeres y 61 gramos en hombres) tienen un riesgo 54% mayor de considerar tener sexo sin condón, comparado con personas que no bebieron alcohol6.
Un metaanálisis de 26 estudios encontró que el consumo de alcohol aumenta la intención de participar en relaciones sexuales sin protección (0.25 veces respecto la media del grupo control) y es mayor cuando existe excitación (0.55 veces la media del grupo control).
También, se ha documentado que las intervenciones para reducir el consumo de alcohol son efectivas para disminuir la incidencia de VIH.
Por ejemplo, un metaanálisis de estudios realizados en África Sub-Saharianaencontró que las intervenciones orientadas a reducir las conductas de riesgo relacionadas con el consumo de alcohol (como evitar situaciones que pudieran llevar a tener relaciones sexuales sin protección o aumentar el uso de condón) produjeron cambios en la conducta que mantuvieron tres y seis meses posteriores a la intervención.
Es importante impulsar el tamizaje y detección oportuna de trastornos por uso de alcohol en grupos clave como los hombres que tienen sexo con otros hombres, transexuales, personas que realizan trabajo sexual y personas que viven con VIH.
Se ha reportado que el alcohol tiene diversos efectos que pueden modificar la respuesta al VIH:
Algunos estudios han encontrado que el alcohol incrementa la disminución de células inmunes CD4+, aunque estos hallazgos no son concluyentes.
El consumo de alcohol aumenta la carga viral, aunque se propone que esto se debe más a la falta de adherencia de los antirretrovirales que a un efecto específico del etanol.
El alcohol altera la inmunidad de la mucosa gastrointestinal, lo que ocasiona un aumento en el estado inflamatorio del organismo y daño a la barrera celular, lo que incrementa la vulnerabilidad ante el VIH.
Además, el consumo de alcohol modifica la flora intestinal, lo que disminuye la protección ante infecciones intestinales.
Se ha encontrado que el abuso de alcohol aumenta la carga viral en secreciones genitales. También el alcohol afecta la barrera celular en la mucosa genital, lo que aumenta el riesgo de infección.
El alcohol, al igual que el VIH, afecta la médula ósea, lo que influye en la generación de nuevas células sanguíneas.
También se ha propuesto que los mecanismos inflamatorios ocasionados por el VIH pueden estimular el consumo excesivo de alcohol, y éste, a su vez, incrementa la neuro inflamación produciendo un ciclo continuo.
INTERACCIÓN ENTRE ALCOHOL, DROGAS Y TRATAMIENTOS CONTRA EL VIH
Un problema latente de las personas que están en tratamiento por el VIH es la interacción farmacológica de los antirretrovirales con el alcohol y otras drogas.
De acuerdo con Base de Datos “Liverpool HIV Interactions”, aunque a la fecha no existen reportes que señalen que el consumo de alcohol interactúe con fármacos antirretrovirales, diversas drogas pueden interactuar con estos, modificando la forma en la que estos actúan:
Inhibidores de la entrada y acoplamiento: el fostemsavir (FTR) presenta interacciones potenciales con cocaína.
Inhibidores de la integrasa:
La combinación de cabotegravir/rilpivirina de acción prolongada (CAB/RPV LA) presenta interacciones potenciales con cocaína; la combinación dolutegravir/rilpivirina (DTG/RPV) presenta interacciones potenciales con cocaína; la combinación lvitegravir/Cobicistat/ Emtricitabina/Tenofovir alafenamida (EVG/c/FTC/TAF) interactúa potencialmente con anfetaminas, cocina, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP; la combinación elvitegravir/cobicistat/emtricitabina/tenofovir-DF (EVG/c/FTC/TDF) interactúa potencialmente con anfetaminas, cocina, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP.
Inhibidores de la transcriptasa inversa no nucleótidos (NNRTIS):
La combinación Dolutegravir/Rilpivirina (DTG/RPV) presenta interacciones potenciales con cocaína; el Efavirenz (EFV) presenta interacciones potenciales con cannabis, cocaína, heroína, LSD y PCP; el Etravirino (ETR) presenta interacciones potenciales con cannabis, cocaína, heroína, LSD y PCP; el Nevirapino (NVP) presenta interacciones potenciales con cocaína, LSD y PCP; la Rilpivirina (RPV) presenta interacciones potenciales con cocaína y la combinación Rilpivirina/ Emtricitabine/Tenofovir alafenamida (RPV/FTC/TAF) presenta interacciones potenciales con cocaína.
Inhibidores de la transcriptasa inversa tipo nucleósidos y análogos:
A la fecha, no se han reportado interacciones con el alcohol u otras drogas.
Inhibidores de la proteasa:
El Saquinavir (SQV) presenta interacciones potencialmente severas con la cocaína, por lo que NO SE RECOMIENDA SU COADMINISTRACIÓN; el Atazanavir + ritonavir (ATV/r) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cannabis, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP; el Atazanavir presenta interacciones potenciales con anfetamina, cannabis, cocaína, GHB, heroína, LSD y PCP; la combinación de Atazanavir/cobicistat (ATV/c) presenta interacciones potenciales con cannabis, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, mefedrona, metanfetamina y PCP.
Asimismo; la combinación Darunavir + ritonavir (DRV/r) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP; la combinación Darunavir/cobicistat (DRV/c) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP; la combinación Darunavir/Cobicistat/ Emtricitabine/Tenofovir alafenamide (DRV/c/FTC/TAF) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP.
El Fosamprenavir (FPV) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP; el Indinavir (IDV) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP; el Lopinavir (LPV) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP; el Ritonavir (RTV) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP.
El Saquinavir (SQV) presenta interacciones potenciales con anfetamina, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP; el Tipranavir (TPV) presenta interacciones potenciales con anfetamina, cocaína, éxtasis, GHB, heroína, LSD, mefedrona, metanfetamina y PCP.
MENSAJES CLAVE
La infección por VIH se puede tratar, y cuando se encuentra controlada, permite a las personas tener una vida normal.
El consumo de alcohol y otras drogas aumenta el riesgo de infectarse con VIH, por lo que es necesario impulsar y fortalecer acciones de prevención de adicciones y de detección e intervenciones orientadas a reducir el riesgo (prácticas sexuales sin protección y uso de condón).
El consumo de alcohol aumenta la probabilidad de tener relaciones sexuales sin condón, lo que a su vez incrementa el riesgo de contraer VIH y otras ITS (Infecciones de Transmisión Sexual), así como de tener un embarazo no deseado.
La detección temprana es fundamental para identificar el uso nocivo o trastornos por uso de alcohol, para evitar la aparición de nuevos casos de VIH, así como para iniciar de forma oportuna el tratamiento en adicciones y/o antirretroviral.
Si vas a consumir alcohol o cualquier droga, habla primero con tu médico para evaluar posibles consecuencias negativas de la interacción de drogas con tu tratamiento.
El consumo excesivo de alcohol afecta el sistema inmune, empeorando la capacidad del cuerpo para defenderse de enfermedades, por lo que se recomienda que las personas que viven con VIH eviten su consumo.
Informes para Tratamiento en Adicciones:
55 1336 9656.
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