Por Octavio Campos Ortiz
Más de cinco millones de niños y adolescentes abandonaron el ciclo escolar 2020-2021 como consecuencia de la pandemia. Escuelas públicas y privadas resintieron la baja en su matriculado, las de gobierno porque muchos alumnos no tienen computadora o dispositivos móviles para seguir las clases por internet y muchos padres de familia que se quedaron sin empleo no pudieron pagar las colegiaturas en las privadas. Además, un buen número de estudiantes no se adaptó al sistema de educación a distancia.
Por ello es urgente que los alumnos regresen a las clases presenciales con una estrategia segura que no obedezca a intereses políticos o electorales, como sucedió con las vacunas. Deben privar objetivos de salud y académicos que fortalezcan el sano desarrollo de los estudiantes y reinserten a niños y jóvenes en el tejido social, con valores que solo la convivencia y el contacto físico da la enseñanza presencial.
Cuando hablamos de garantizar la salud plena del estudiantado no solo es protegerlo del contagio por coronavirus, sino librarlo de la violencia intrafamiliar que se incrementa por el encierro, además de otras patologías que se presentan como el estrés, la ansiedad y la depresión, síntomas que pueden llevar a cuadros mayores como el suicidio.
El confinamiento obligatorio ha elevado las estadísticas de violencia intramuros, donde en el mayor número de casos las víctimas son los estudiantes. Otros fenómenos que se presentan son la obesidad y la violencia a la que se ven expuestos por los videojuegos. Caso contrario a lo que sucede con quienes abandonaron la escuela por falta de oportunidades para contar con la tecnología del internet. Ellos son amenazados por la tentación de las drogas por las muchas horas de ocio con que cuentan, utilizados para explotación laboral o son enganchados por el crimen organizado como sicarios o narcomenudistas. Urge el regreso a las escuelas, pero con aulas limpias, con mantenimiento, laboratorios equipados y áreas deportivas acondicionadas. Las autoridades tuvieron más de un año para ejercer esos presupuestos y evitar el deterioro de las instalaciones. Para las escuelas privadas, el regreso a clases será un respiro porque podrán reactivar sus economías. Cientos de escuelas han cerrado por falta de alumnos.
En cuanto a lo académico, urge la actualización del conocimiento en los alumnos y regularizarlos. La pandemia demostró que no estamos preparados para un sistema educativo a distancia, el retraso tecnológico en gran parte de la población impide el salto a la sociedad digital. El cambio en muchas de las conductas sociales post pandemia también afectó la convivencia en comunidad. El individualismo propicia la pérdida de valores sociales, principios que solo se puede aprender en las escuelas. El contacto físico y la interacción con los semejantes ayuda al aprendizaje de la vida en sociedad. Cómo queremos formar mejores ciudadanos si les inculcamos el egoísmo, la segregación y la admiración por un mundo digital, los excluimos de la sana competencia entre pares.
Por eso hay que regresar a las clases presenciales, con seguridad e higiene, pero sin condicionantes políticos. Ya excluimos a cinco millones de estudiantes, les negamos un mejor futuro. Salvemos a los demás; sin mexicanos mejor preparados y con altos valores sociales condenamos a nuestro país al fracaso en un mundo cada vez más competitivo.