“Los muertos me esperaban, era mi suerte”
Por Nidia Sánchez
(Segunda de tres partes)
Xalapa, Veracruz.- En esta segunda parte de la entrevista al perito criminalista veracruzano Gerardo Cruz Escobar, nos cuenta a detalle su trabajo y las presiones de alguien que ejerce con compromiso, dispuesto a dar siempre todo y a resolver casos, a pesar de las circunstancias.
“Obtuve el nombramiento como perito criminalista. Enseguida comencé a trabajar solo. En mis guardias siempre había dos o tres muertos que me esperaban, era mi suerte, empezaron a llover muertos. Éramos 3 criminalistas que trabajábamos 24 por 24, que en realidad para mí se hacían 36 horas, nunca salí de la Dirección General de Servicios Periciales con un dictamen pendiente. Todo lo que me llegaba, lo hacía, y no eran pocas cosas, el trabajo de un criminalista era que si habían reportado un muerto, se debía hacer toda la investigación, realizar el dictamen, ir a fichar a los detenidos, llenar las fichas, hacer todos los avalúos y las inspecciones oculares que requerían los agentes del Ministerio Público; hacerse cargo durante la guardia cuando había detenidos, era un mundo de trabajo”. (Alarga con énfasis las tareas porque sabía que cumplía y se había ganado una reputación de trabajo arduo en la PGJ).
“Así pasé 9 años haciéndolo hasta que nos cambiaron el horario de 24 horas de trabajo por 48 horas de descanso. Eso era aparente para mí, porque me reportaba el lunes a las 9 de la mañana cuando entraba a mi guardia, y se supone debía salir el martes a las 9 de la mañana. Realmente ocurría que iba saliendo entre 3 y 4 de la tarde por el cúmulo de trabajo. Me iba a descansar un poco, a comer, y tenía que regresar ese mismo día a las 9 de la noche para ir por una camioneta y quedar como perito de apoyo en caso de que hubiera un segundo muerto, y presentarme el miércoles a mi guardia de 24 horas. Eran mínimo 10 guardias de 36 horas cada una, por lo que daban 360 horas al mes, mínimo, de mi trabajo”.
“Como perito criminalista a las órdenes de la Dirección General de Servicios Periciales estuve 12 años”.
¿ALGUNA ANÉCDOTA?
“Con el tiempo me enteré, me pareció chistoso (aunque no lo era) que los agentes del Ministerio Público esperaban a que yo estuviera de guardia para enviarme todos sus dictámenes, porque sabían que se los entregaría al otro día, mientras que a mis otros dos compañeros no les mandaban nada, porque tenían los oficios durmiendo durante meses. De la estadística que entregábamos mensual, mis otros dos compañeros reportaron que tuvieron de 5 a 7 muertos máximo en un mes; por ejemplo, dos un día y luego otro, y otros dos otro día, de 10 guardias, inspecciones, avalúos, dictámenes, reportaban de 8 a 10 diligencias, haciendo unos 15 dictámenes mensuales”.
“En mi caso, mi estadística de informe mensual no bajaba de 20 a 30 muertos, más todos los dictámenes que elaboraba, sin contar las fichas de detenidos; trabajos de 60 a 70 dictámenes”.
“Uno de los secretarios del Ministerio Público, me confesó: nosotros esperamos al igual que los otros fiscales a que tú estés de guardia para mandar los oficios y elabores los dictámenes”.
“Me provocó risa, pero al mismo tiempo un sentimiento encontrado de coraje, porque como queda claro, muchas veces abusaban”.
“Nosotros conforme al Código de Procedimientos Penales, teníamos 24 horas mínimas para entregar el dictamen de un muerto. Recuerdo el caso de un agente del Ministerio Público, bueno en su desempeño laboral, a veces esta fiscal, yo me encontraba todavía en el lugar del levantamiento de un cadáver con ella o con sus secretarios y me daba dos horas para entregar el dictamen de ese muerto, que apenas estaba investigando, me exigía y marcaba una hora para entregarlo, y se lo cumplía, eso sí, los hacía que fueran hasta las oficinas de Servicios Periciales y que ahí me entregaran el oficio, de ahí corría el poco tiempo que me daba como plazo, era un abuso de los Ministerios Públicos”.
SOBRE ASUNTOS RELEVANTES
“Los asuntos relevantes me tocaban a mí, el director en turno de Servicios Periciales informaba mi nombre como perito criminalista a cargo. De los Procuradores en mis tiempos siempre me consideraron el mejor perito criminalista, dicho por ellos”.
LA PRECARIEDAD EN LA QUE TRABAJÁBAMOS
“En el año 98´ cuando llegué, el material que teníamos para trabajar era una máquina vieja para escribir los dictámenes, pocas hojas papel carbón y cebolla, nosotros (los peritos) teníamos que comprar la cinta, el corrector, y en muchas ocasiones papel”.
“El problema en aquel entonces era, y muy probablemente lo sigue siendo, la falta de material para trabajar, los suelos miserables que nos pagaban tomando en consideración el trabajo importante que realizábamos, y las horas laboradas. El riesgo que corríamos. Me enfrentaba además a los celos dentro del ambiente laboral, tenía consecuencias solo por trabajar y esclarecer cientos de casos”.
“Un día se pusieron de acuerdo y aflojaron las llantas de la ambulancia que yo manejaba, cuando en esos momentos hubo una emergencia y al salir apresurado, se desprendió una rueda que pudo ocasionar un mortal accidente, este tipo de cosas me provocaban en mi guardia”.
LOS ASCENSOS SIEMPRE FUERON PARA OTROS
“Debo decir que si sacábamos en conjunto una investigación relevante, el agente del Ministerio Público obtenía buenos puntos a su favor para ascender en su carrera. Al comandante de la Policía Ministerial, lo mismo, le sumaba puntos, pero a mí como perito criminalista lo más que ganaba era una palmadita en la espalda, y eso, a veces, nunca hubo un estímulo para los criminalistas”.
LOS PRIVILEGIOS DE ALGUNOS
“Hay que decir que los criminalistas que se encargaban de lo mismo que yo, cuando llegué y se integró otro compañero, ellos no iban a levantar muertos porque les daba asco o estaban cansados, ya no hacían investigaciones de muertos u homicidios, ya no se encargaban de nada, pero la realidad es que a ellos los colocaban en otros departamentos y cobraban por hacer los dictámenes, si no iba el interesado a ponerse de acuerdo con ellos pasaban meses y no hacían nada”.
“Con cada cambio de director en Servicios Periciales ellos traían a su gente, nos presionaban, era cuestión de aguantar y así seguimos mucho tiempo”.
“Los sueldos eran precarios para la gente como yo, porque para los recomendados era otra cosa, había algunos que ganaban 16 mil pesos quincenales por no hacer nada”.
EL TRABAJO EN EL SEMEFO
“Cuando yo elaboraba dictámenes, nunca platiqué con un abogado o con el familiar de un homicida. Llegaba a la oficina con el cadáver y de inmediato realizaba todo el trabajo criminalístico dentro del Servicio Médico Forense, y me encerraba a realizar el dictamen en una o dos horas ya estaba entregado en oficialía de partes para que lo enviaran. Todo dependía del número de muertos que tuviera en una guardia”.
PAGABA POR EL MATERIAL QUE UTILIZABA
“Nuestro material de trabajo, al menos el mío, era una cinta métrica o un flexómetro de 3 o 5 metros, para lo que me alcanzaba el dinero, una brújula de las más modestas de precio, una libreta, un lapicero y una cámara, por cierto, era la más vieja que había en Servicios Periciales, rechazada por todos los criminalistas, situación que tardó un tiempo”.
“Nos mandaba el director a imprimir las fotografías a una tienda y yo era el que más fotografías sacaba de todos, cuando ellos sacaban medio rollo, yo sacaba dos rollos por cada asunto, porque sabía que de todas las fotografías máximo me iban a servir 10, el resto salían desenfocadas y movidas”.
“Llegó un momento en que era mucho dinero mandar a revelar fotos, el director convocó a una reunión y dijo a uno por uno que redujeran las fotografías, menos a Gerardo. Tú si puedes seguir sacando las que necesites. Aproveché para recordarle que cada guardia pedía una cámara nueva o en mejores condiciones”.
“A mí me pasaban cosas como el hecho de que el contador de Servicios Periciales me reducía los pares de guantes para toda mi guardia, me daba 8 pares de guantes. Me obligó estando en el Servicio Médico Forense cuando trabajaba con un cadáver, me interrumpió insistentemente a que me presentara en su oficina, que debía justificar por qué me habían dado 10 pares de guantes. Subí a su oficina y los guantes con sangre con los que estaba trabajando el cadáver se los puse encima de su escritorio, y dije: señor, aquí está uno de los pares y ahorita le traigo los demás usados, no me volvió a pedir cuenta de los guantes”.
“Tuve que explicar con paciencia y detalle, señor: por cada movimiento que realizamos como perito criminalista en una investigación tenemos que cambiarnos los guantes, porque de no hacerlo contaminamos los indicios. En una sola investigación nos acabábamos a veces una caja de guantes, pero a mí me daban 4, a veces 5 o 6 pares de guantes. Todo eso pasé, compraba el material que debía usar”.
ASUNTOS RESUELTOS, SENTENCIAS MÁXIMAS
“Me tocaban los asuntos más relevantes y todos salían resueltos, con sentencias máximas, debido a los indicios, a los trabajos de laboratorio, pero la base de todo era la recolección de los indicios, la puesta a disposición, enviar al laboratorio correspondiente, más los resultados que arrojaban para convertirse en evidencias, entonces los agentes del Ministerio Público los aportaban al juez que los valoraba y eso era útil para fijar las sentencias”.
“En el año 2005 hubo un asunto sonado de parricidio, un joven que mandó a matar a sus padres para quedarse con el dinero, ese mismo día todo quedó esclarecido con lo poco que teníamos y el muchacho obtuvo una sentencia de 60 años. Dentro de lo indicios que aportamos, fue el material biológico para hacer estudios genéticos, entre lo más relevante, en esta ocasión el laboratorio de genética ya estaba funcionando, había muchas áreas que no funcionaban, se contaba con los aparatos pero no estaban instalados porque se requería invertir en gastos de calibración, instalación, la capacitación de quienes iban a manejar estos aparatos, lo más importante de todo, en el lugar de los hechos teníamos que localizar los indicios que nos pudieran servir, protegerlos, y hacer una buena cadena de custodia. Para un criminalista no vale que yo piense que fue de cierta manera, no, eso lo vamos haciendo de acuerdo a los indicios que vamos encontrando y los resultados que van arrojando así es como vamos esclareciendo hipótesis que nos formulamos al llegar”.
“Gracias a uno de estos casos llegó personal de Discovery Channel a la Ciudad de México y al investigar en PGR y las Procuradurías de todo el país, indagando sobre asuntos relevantes, estaban en busca de historias para un programa de televisión dentro de la serie que se llamó “Huella latente”. El equipo de trabajo de esta televisora fue atraído por el anterior caso, la forma en cómo fue esclarecido con el apoyo del laboratorio de genética, y la consignación de los involucrados”.
“Fue un día después de haberse cumplido tres años del parricidio, llegó el equipo de Discovery Channel a Xalapa (Veracruz), se entrevistaron con el gobernador. Se dio la orden de que se grabara el programa. Entrevistaron a algunas personas que no estuvieron en la investigación, al médico, al personal de genética, a un comandante de la ministerial, al agente del Ministerio Público, y yo, al final, pero les dije no me interesa salir en su programa, me explicaron que no podían terminar sin mi participación. De inmediato recibí una llamada en la que me obligaron, explicándome este programa es muy importante para la PGJ de Veracruz, en general para el estado, para que vean el tipo de impartición de justicia que tenemos y la proyección es a nivel mundial, me ordenaron o lo grabas o te vas, y como ya sabía lo que me podía pasar, grabé”.
“Estipulé que iba a participar el menor tiempo posible, a raíz de que salía todos los días en los periódicos, hasta cuando no trabajaba publicaban una foto levantando un muerto. Me conocían, pero no todos eran buenas personas, había gente vengativa y nosotros solo hacíamos trabajo. Se podía tener enemigos y no saber quién ataca por la espalda. A veces además de la prensa local, llegaban de los canales de televisión, ya no me podía ocultar en ningún lado”.
“A los dos años salió el programa en Discovery Channel. El día del estreno estaba de guardia, fui por comida y al regresar estaban asomados en el área de comedor de Servicios Periciales, los compañeros, cuando entré comenzaron a aplaudir, pensé que se estaban burlando, no sabía qué pasaba, y era porque habían exhibido el programa en el que participamos, me felicitaron”.
“En Veracruz es tardado que dicten una sentencia los jueces, a pesar de contar con todos los elementos. El programa “Huella latente” salió afirmando que el responsable de este caso tenía una sentencia de 20 años de cárcel (a pesar que no se sabía) y se dijo que había prófugos. La sentencia todavía tardó en resolverse y le dictaron 60 años al parricida, luego se capturó a otro involucrado dictándole otros 60 años, dos prófugos más fueron aprehendidos, todos con sentencia máxima”.
“Lo anterior trajo buenas consecuencias para la PGJ de Veracruz, en general”.
Hasta aquí la segunda entrega. Los espero en la tercera y última parte de esta entrevista.