Octavio Campos Ortiz
El presidente recibió una sopa de su propio chocolate. Adicto a las “benditas” redes sociales, nunca imaginó que la inminente candidata aliancista se convertiría en un fenómeno de comunicación impulsado por el propio inquilino de Palacio Nacional gracias a su negativa de concederle, contra todo derecho y ordenamiento judicial, la prerrogativa de réplica a los cuestionamientos e insultos que le profirió el mandatario desde el Salón Tesorería. Unos tuits bastaron para catapultar a la hidalguense por una semana en el espacio cibernético y convertirse en trending topic de las conversaciones digitales por días enteros.
Y le crecieron los enanos al tabasqueño. De la noche a la mañana una desdibujada oposición se puso al tú por tú con el Ejecutivo y Xóchitl Gálvez le arrebató los reflectores al presidente para que ella marcara la agenda. Hay desesperación en el cuarto de guerra de Palacio Nacional y se ve enojado o frustrado el hombre que había dominado por años los temas que más le convenían a su proyecto político e incluso negando, “con otros datos”, la terca realidad. Ante la imposibilidad de recuperar el timing en los asuntos políticos o de opinión pública ordenó a los voceros oficiales y a sus corcholatas que atacaran a la insolente aliancista, a quien también han denostado -infructuosamente- en las redes sociales con propaganda negra, solo para posicionarla entre los ciudadanos y los propios simpatizantes de la 4T. De tal suerte que aún sin ser todavía la candidata opositora, Xóchitl se ha revelado como la mejor opción para enfrentar a Morena y sus rémoras. Aunque sea de dientes para afuera, el propio Dante Delgado, del MC, no la ve nada mal y le externó su simpatía que no adhesión como otros líderes naranjas.
El perfil de Gálvez es el de una política natural, nada ortodoxa, extrovertida, echada pa´delante, sin un pasado vergonzante o de corrupción; por el contrario, representa a la gente exitosa, producto de la cultura del esfuerzo, nacida en medio de la pobreza en uno de los municipios más miserables del país que con esfuerzos y trabajo se labró un exitoso futuro desde Iztapalapa -para el presidente resultaba más cómodo tenerla como aspirante al Gobierno de la CDMX-, hasta convertirse en profesionista universitaria y próspera empresaria comprometida con la responsabilidad social. No tiene cola que le pisen, ya que entró tarde a la política y a la administración pública, llamada al gabinete foxista por los cazadores de talento y no por militar en algún partido. Ganó las elecciones para jefa delegacional en Miguel Hidalgo y es senadora panista.
Tal vez el enojo presidencial es porque ella se parece a él. Resultó un fenómeno de comunicación y es tan burlona y grosera como el sureño con sus enemigos. Aunque no se lo reconocen, ella es del pueblo y no se afrenta por eso, origen del que no puede presumir Claudia Sheinbaum que viene de una familia acomodada clasemediera -para desgracia del mandatario-, y avecindada en una alcaldía sin muchos contrastes sociales y que perdió en el 2021. Uno de los focos rojos que se encendieron en Palacio Nacional es la aceptación de Xóchitl entre los pobres que dice defender el tabasqueño, pero lejos de sacarlos de su postración, ha creado cinco millones más de ellos.
A pesar de las encuestas cuchareadas que patrocina la 4T, la ex jefa de Gobierno no levanta ni enciende pasiones entre los más necesitados. Algo tienen que hacer López Obrador, sus oficiosos voceros y estrategas para descarrilar a la hidalguense que, gracias a la guerra sucia en su contra, se perfila como candidata sólida que empieza a despertar la simpatía entre los desposeídos, a quienes decepcionó AMLO con su fallido “primero los pobres”. Tal vez una ciudadana surgida de entre ellos les dé la verdadera esperanza.