Octavio Campos Ortiz
Cayó finalmente uno de los últimos barones de la droga, de la generación de antaño, como Miguel Félix Gallardo o Ernesto, “don Neto”, Fonseca, Hablamos del narcotráfico de los ochenta del siglo pasado. “Rafa” tuvo la osadía de torturar y asesinar a Enrique “Kiki” Camarena, agente encubierto de la DEA y a un piloto aviador. La indignación americana, llevada a nivel de afrenta al gobierno de las barras y las estrellas, hizo que la administración de Miguel de la Madrid lo detuviera, procesara y condenara a muchos años de prisión.
Cumplió la mayor parte de su sentencia y un resquicio legal le permitió salir en libertad. Acción imperdonable para la Casa Blanca que rápidamente pidió su reaprehensión y extradición. La acción de Caro Quintero hirió mucho el orgullo norteamericano y no perdonan esa ofensa. Por lo que la Casa Blanca exigió al gobierno mexicano su pronta recaptura y enviarlo ipso facto a territorio gringo para ser juzgado severamente por hechos ocurridos en 1985.
Es importante recordar que las autoridades de nuestro país cooperaban de manera permanente y dentro de un marco de asistencia mutua con los vecinos del norte. Muestra de ello era la Iniciativa Mérida, mecanismo mediante el cual México recibía un fuerte apoyo económico de los Estados Unidos, en especie, para fortalecer las acciones de inteligencia y operativas de combate al narcotráfico. La Iniciativa permitía la capacitación de personal mexicano, la compra de equipo, transportes y sistemas de informática para combatir al crimen organizado. Además de autorizar la intervención de agentes de la DEA en territorio nacional.
Hay que apuntar que el gobierno de la 4T despreció la Iniciativa Mérida, corrió a los agentes de la DEA y obligó el retorno a la Unión Americana de una aeronave de la agencia antidrogas basado en nuestro país. Muy echado para adelante, el gobierno mexicano limitó la actuación del personal norteamericano y muy ufano dio a entender que éramos autosuficientes para enfrentar al crimen organizado.
Con la espina clavada, la administración demócrata apretó más en cuanto a la recaptura del narcotraficante sinaloense, creador del Cártel de Guadalajara, incluso ofreció una recompensa super millonaria para lograr su reaprehensión.
Aparentemente, la policía hacía lo necesario para regresar a la cárcel al otrora carismático “Rafa”, a pesar de que las propias autoridades penitenciarias decretaron su liberación. Ya en la calle, Caro Quinteto optó por el anonimato. Nadie sabía de su paradero.
Llama la atención que, a menos de 48 horas de la visita del presidente a la Casa Blanca, la Marina haya realizado un operativo en la sierra para capturar al hombre más buscado por los gringos y por el que ofrecían millonaria recompensa. Se dirá que es un trabajo de inteligencia de los marinos -otra vez la desconfianza en los soldados, para lograr la detención de objetivos prioritarios-, pero lo más seguro es que en privado, más allá del encuentro en la sala oval, Joe Biden reclamó, primero, la negativa del gobierno mexicano a aceptar la intervención de la DEA; luego, debió presumir que los servicios de inteligencia americanos, con el apoyo de satélites, habrían localizado a Caro Quintero, y con la advertencia de no echar a perder el operativo, el demócrata pidió la acción de la Marina para cumplir con las instrucciones de la DEA.
Así operaron en el pasado con la captura de los Arellano Félix y otros capos de la droga. Pero, la gloria no será para la 4T, que solo cumplió órdenes, y si el regaño para que regresen los agentes de la DEA a sus funciones en territorio nacional, dado el desbordamiento del crimen organizado aquí y ,los efectos letales en los jóvenes norteamericanos por la droga que exportan los barones mexicanos. Rafael Caro Quintero será juzgado por hechos de hace 38 años, pero calmará su sed de venganza el gobierno americano. Se cierra, así, un capítulo muy controvertido del narcotráfico en México.