Octavio Campos Ortiz
En una edición más del Día Internacional para Eliminar la Violencia contra las Mujeres, pseudo feministas agredieron por enésima vez a sus congéneres: las mujeres policías, valientes servidoras públicas que aguantaron una y otra vez los embates de furibundas encapuchadas que, con su vandalismo, desacreditan las verdaderas causas de la mujer mexicana.
Indiscutible la lucha feminista que busca la equidad de género, que protesta por la violencia contra ellas y su discriminación, por los más de diez mil asesinatos de mujeres en tres años, por las agresiones que sufren en la calle y en su casa, pero eso no justifica la irracional actitud de una marabunta de encapuchadas que desde el anonimato vociferan, destruyen monumentos y mobiliario urbano, que agreden a sus semejantes, inermes mujeres policías que solo cumplen con su deber: proteger la ciudad, sus instalaciones, su patrimonio y a su gente, el ciudadano de la calle.
Heroicas, estoicas, disciplinadas y valientes resistieron los embates de irracionales seres que pretenden darse a conocer, tener reconocimiento social por supuestos ideales feministas. Lejos están estos ejemplares de emular la grandeza de las hermanas Minerva, María Teresa y Patria Mirabal, activistas dominicanas que se opusieron pacíficamente a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, “El Chivo”, y que fueron brutalmente asesinadas por órdenes del tirano.
Nada que ver con ese puñado de esquizofrénicas que agreden lo mismo a las mujeres policías que a reporteros que cubren la nota. Seguramente esas “manifestantes” desconocen que el Día Internacional para Eliminar la Violencia contra las Mujeres se decretó para conmemorar el asesinato de las hermanas Mirabal o “Mariposas”, ocurrido el 25 de noviembre de 1960.
La marcha de hoy, opacada por ese comportamiento de hordas feministas y la poca afluencia de manifestantes, oculta una terrible realidad: la violencia contra las mujeres. Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, reconoce que, en América Latina, tres de cada cuatro mujeres son violentadas, predominantemente por algún familiar o gente cercana. Las cifras oficiales hablan de diez mil 395 mujeres asesinadas de enero de 2019 a septiembre de 2021, de esa cifra casi ocho mil muertes fueron homicidios dolosos y dos 630 feminicidios; en la mayoría de los eventos, los presuntos responsables son del círculo allegado a la víctima. Lo peor, más del 96 por ciento de los casos queda en la impunidad.
Pero no se puede combatir la violencia con más violencia.
Las actitudes tipo Anonymous, el comportamiento fascista o anarquista resta autenticidad a los verdaderos movimientos feministas. En lugar de agredir a policías o hacer destrozos, debieran pugnar por comprometer más a las autoridades gubernamentales, exigir verdaderas políticas públicas que combatan la violencia contra las mujeres en todas sus expresiones, exigir que los aparatos de procuración y administración de justicia realmente castiguen a los responsables y resarzan el daño. No puede darse el empoderamiento de ellas, mientras no se combata el patriarcado, el machismo, la discriminación y la complicidad gubernamental que solapa las agresiones contra las mujeres.
Un reconocimiento a las policías, servidoras públicas que enaltecen las funciones de quienes procuran mantener el orden, la tranquilidad y la paz social.