Por Tomás Rojas Madrid
El pasado fin de semana se conoció de la muerte del comandante Miguel Aldana Ibarra, uno de los elementos más destacados de la policía mexicana, y su valía se debió a su capacidad de escalar y llegar hasta lo más alto para conocer a detalle los casos más representativos de la relación del Gobierno mexicano con el narcotráfico.
Su calidad de jefe policiaco de alto nivel, le dio la oportunidad de tener conexión con intermediarios, e incluso con los mismos lí8deres de los cárteles de las drogas de los años sesenta, setenta y ochenta.
Tres décadas ostentando el control de las drogas y la seguridad en territorio mexicano; en esas tres décadas, no hubo guerra de narcos que involucrara a gente ajena al tráfico de drogas o a la lucha por los territorios.
Carteles como el de Jalisco, que integraban gente como Miguel Ángel Félix Gallardo, o el de Sinaloa, que encabezaban Rafael Caro Quintero, y Ernesto Fonseca; o el Cártel del Golfo, que lideraba Juan Nepomuseno Guerra, estaban por así decirlo, “bajo control”.
En momentos, los mafiosos se salían de control, pero la Policía Federal llegaba a meterlos al redil.
Era la +época del comandante Jorge Miguel Aldana Ibarra, en su momento, comandante de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), director de Interpol México, y subdirector de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), como se le reconoce en el argot policial y político.
Miguel Aldana Ibarra comenzó desde abajo, siendo escolta del presidente Adolfo López Mateos, hasta escalar los peldaños más altos de su área, la seguridad pública.
A el comandante Ibarra se le puede ubicar como un intermediario entre el gobierno y el narco mexicanos, y quizá entre grupos de traficantes de drogas de países de Sudamérica.
Mitos y leyendas se pueden mencionar cuando se aborda el tema sobre Miguel Aldana Ibarra, pues cuando estuvo al frente de las diversas corporaciones establecidas para el combate al tráfico de drogas, se dieron hechos que incluso hicieron tambalear las relaciones de México con los Estados Unidos, como el Caso Camarena, un agente de la DEA, asesinado en territorio azteca, y que terminó con el encarcelamiento de Rafael Caro Quintero a inicios de la década de los años ochenta.
Comentar sobre el trabajo del comandante Miguel Aldana Ibarra es muy extenso, fue un hombre con mucha historia que, incluso estuvo en la cárcel por caprichos del destino.
Hay libros que narran parte de su historia, de su legado en la historia del México moderno. Lo cierto es que el comandante Miguel Aldana Ibarra dejó huella en la senda político polici9aca de nuestro país. Descanse en paz.